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Tribuna
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Lo que podemos aprender de Alemania

El exministro Eduardo Serra cuenta la siguiente anécdota. Hace poco se le preguntó a ciudadanos de los países europeos “¿qué país está construyendo el AVE entre La Meca y Medina, así como el segundo Canal de Panamá, tiene una empresa que es responsable de un 30% del tráfico aéreo europeo y otra que tiene 6.000 tiendas en el mundo y, además, es líder mundial en el tema de trasplantes?”. El 60% contestó que Alemania, el 15% que Francia, otro 15% que Italia y solo el 10% que España. Cuando se hizo la misma pregunta en España, el porcentaje de los acertantes bajo hasta el 3% Sorprende el grado de ignorancia sobre empresas españolas líderes en productos y servicios de valor añadido.

La mayoría de los expertos están de acuerdo en que la economía europea solo tiene una salida a medio y largo plazo: apostar por productos y servicios de valor añadido, que serán los que necesitarán los países emergentes para poder seguir creciendo en los próximos 40 años a tasas de entre el 5% y el 10%, según las previsiones, por ejemplo, de PriceWaterhouseCoopers. Aunque la Unión Europea ya subrayó, en su cumbre de Lisboa en 2000, la necesidad de hacer un esfuerzo especial en I+D+i hasta 2010 para aumentar su productividad y competitividad económica, los resultados fueron tan pobres que podemos hablar de una década perdida. Alemania fue el único país que hizo sus deberes en cuanto a reformas estructurales y la promoción de I+D+i, porque, entre otros motivos, la reunificación de las dos Alemanias había tenido como consecuencia un aumento significativo del déficit público, que había que contener, según el Canciller Schroeder, recortando el Estado de bienestar y haciendo reformas de gran calado. En el campo social, se redujeron prestaciones a los parados y se introdujo el copago en las recetas, entre otras medidas. En el campo laboral, se eliminaron derechos adquiridos, se crearon los minijobs y se abrió la posibilidad a las empresas para reducir la jornada laboral de sus trabajadores a la mitad, obligándoles a estos últimos a seguir formándose en su tiempo libre, si querían percibir del Estado la parte restante de su salario. Y en el campo de las relaciones universidad/empresa, se potenció la colaboración entre ellas, se aumentó el presupuesto para partidas de I+D+i y se promocionó el desarrollo de patentes. Además, la política de consensos en las sociedades anónimas lleva funcionando más de 50 años, tanto en buenos como en malos tiempos: con la consecuencia de que la cogestión en los consejos de vigilancia entre los representantes del capital y de los trabajadores ha tenido y sigue teniendo el efecto positivo que el capital humano está en el centro de atención de ambas partes.

El resultado es que la economía alemana tenía una ventaja comparativa frente a los demás países europeos cuando llegó la crisis de 2008 y consecuentemente pudo paliar los efectos de la misma mucho mejor. Aunque su sector bancario pasó por horas bajas. debido a su alta exposición a la burbuja inmobiliaria internacional, las empresas alemanas no estaban excesivamente endeudadas y por lo tanto pudieron soportar bastante bien los cuellos de botella financieros que se dieron. La apuesta por la innovación hizo que la productividad de las empresas alemanas aumentara, lo que les permitió seguir siendo competitivos en los mercados internacionales, donde se movían desde siempre como peces en el agua.

Es por esta razón que Alemania insiste tanto en que los demás países europeos, por lo menos los de la zona euro, tienen que acelerar sus procesos de reformas estructurales y control del déficit público, si quieren ser competitivos en los mercados del mundo. España ha entendido el mensaje. Quizás no le ha prestado tanta atención ni al I+D+i, ni al capital humano, como Alemania hace 10 años. Pero sus reformas han aumentado la competitividad de la economía española, lo que se ha traducido a un aumento significativo de las exportaciones. Las empresas están haciendo esfuerzos para controlar su alto endeudamiento y el sistema financiero está dando las primeras señales de abrir nuevamente el grifo de los créditos, por lo que el repunte económico de España debería ser una realidad en 2014.

Además, hay iniciativas privadas que intentan acelerar este proceso de recuperación. Una de ellas es Global Network & Business Innovation, cuyo impulsor, Aurelio García de Sola, ha creado una plataforma para start-ups, pequeñas y medianas empresas con el nombre de The Heroes Club, con el fin de prestar apoyos en temas de innovación, financiación e internacionalización. En esta asociación, las empresas no solo tendrán asesoramiento logístico en cuanto a recursos, mercados y alianzas, también podrán contactar con más de 50 “mentores” que les prestarán sus conocimientos y experiencias para sacar adelante sus ideas y planes. En una primera fase, el proyecto se concentrará en los campos salud y biotecnología, energía y sostenibilidad y TIC, y en las áreas geográficas de Estados Unidos, Emiratos Árabes y Alianza del Pacífico (Chile, Perú, Colombia y México). Una iniciativa que sin duda ayudará a recuperar la iniciativa empresarial, así como aumentar la confianza en el prestigio de la economía española en el mundo.

Carsten Moser consejero de Global Network Business Innovation, economista y periodista

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