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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Hacia la Unión de Estados Europeos

Europa debe hacerse la pregunta de por qué tras casi seis años de crisis financiera en todo el mundo, es la única zona económica que no crece. Algo debemos estar haciendo mal”. Así arrancó el ministro de Exteriores su exposición en el Foro CincoDías acerca de la transformación que debe experimentar el proyecto europeo para acortar los sufrimientos de los países del sur en su intento de eliminar sus desequilibrios, especialmente el déficit y la deuda, y de tratar de hacerlo sin crecimiento económico. El planteamiento de José Manuel García Margallo -en un discurso con un profundo calado económico y político-, será debatido en el Consejo informal de Exteriores de Palma, en julio próximo, para llevarlo después a la Comisión y al Consejo. Su plan supone una refundación del andamiaje comunitario para defender el proyecto común, que necesariamente terminaría con una cesión muy superior de soberanía política, para poner en marcha el único formato que puede defender el euro con garantías de progreso: la Unión federal de Estados Europeos. No será fácil, porque entre sus condiciones está la mutualización de la deuda con la emisión de eurobonos, que a su vez financiarían a un fondo de rescate de capacidad ilimitada, y porque choca con el diseño alemán, que se está abriendo camino gracias a su capacidad de presión en plena crisis, y que simplemente pretende someter a toda la zona a los criterios de sobriedad de las economías más fuertes, aunque para ello también sea precisa la pérdida de soberanía que supone la triple unión fiscal, bancaria y política.

 Seguramente los dos caminos llevan al mismo destino, aunque es evidente que con ritmos diferentes y precios muy diferentes a pagar por la ciudadanía. La diferencia principal figura en conceptualizarlo como punto de llegada, en el caso alemán, o como instrumento de transformación de la UE y de arma contra la crisis, en el caso propuesto por García Margallo. Y vistas las circunstancias actuales, en las que Europa sigue siendo la única zona monetaria del mundo que sigue en recesión, pese a su vanguardismo industrial, y que sigue recortando las posibilidades de su capacidad presupuestaria, hay que quemar etapas lo antes posible.

Hay que exigir más activismo al BCE en el combate de la crisis, poniendo en marcha los fundamentos de la Unión Bancaria, y hay que fijar un calendario lo más cercano y explícito posible para modificar la estructura institucional europea tanto en materia fiscal, como monetaria, financiera y política. Hay que dejar de echar de menos los instrumentos que tienen otras zonas monetarias en el mundo, y para ello hay que dar los pasos políticos necesarios con la misma valentía con la que en el pasado se puso en marcha uno de los proyectos más ambiciosos que se conocen, y que en Europa han tenido la virtud de enterrar el maleficio del conflicto que acompañaba a su historia.

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