Cosechando dividendos griegos
A Wolfgang Schaeuble, ministro de Finanzas alemán, le preocupa que las laxas políticas monetarias puedan llevar a los inversores a tomar malas decisiones. Un país por el que no necesita preocuparse es Grecia.
La carrera de rentabilidad provocada por la promesa de Mario Draghi de salvar el euro no ha omitido a Atenas, pero la deuda del país parece barata. Los bonos a diez años rondan el 9,5%, mientras que la deuda española o italiana rondan el 4%. El el diferencial con la deuda alemana, de más de 800 puntos básicos, sigue siendo más alto que antes del rescate del país en 2010.
La rentabilidad de Atenas está un poco por encima del mercado. Los brutales recortes salariales han recuperado la mayor parte de la competitividad de precios perdida en los primeros diez años de unión monetaria. El déficit presupuestario primario del país –que excluye el pago de intereses– se ha reducido en 10 puntos porcentuales del PIB desde 2009, y debería ser positivo este año.
Es demasiado pronto para decir que Grecia ha dado un vuelco. La economía está en su quinto año de recesión, y el 27% de la población está desempleada. Es probable que la recuperación sea más lenta y complicada de lo que parecía. El gobierno ha aprobado reformas difíciles, pero el FMI teme que la austeridad se haya extendido injustamente.
Los rendimientos no caerán mucho a corto plazo. El destino de Chipre en la moneda única sigue siendo incierto, y los mercados temen que Grecia pudiera seguirle si abandona la zona euro. Sin embargo, esto parece menos probable hoy en día.
La deuda griega tendría que pagar una prima a su competidor más cercano, Portugal. Sin embargo, la actual diferencia de 400 puntos básicos, parece excesiva. La elevada rentabilidad tiene una ventaja. El país se mantendrá bajo la estrecha vigilancia de los mercados y de sus socios internacionales en los próximos años. Esta disciplina es extrana en este nuevo mundo en el que los rendimientos de los bonos de la zona euro bajan.