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Columna
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El desempleo en la UE necesita una cura

El desempleo en la Unión Europea ha alcanzado cotas desafortunadas. La tasa se encuentra en un máximo histórico en toda la zona del euro, así como en algunos países miembro como Francia, España, Portugal y Grecia. Es fácil, y justo, culpar a la recesión, pero las rigideces arraigadas en el mercado de trabajo también son responsables.

Efectivamente, la desaceleración de la economía perjudica al mercado de trabajo, ya que las empresas no contratan sin liquidez ni clientes. El fin de las burbujas de la construcción recorta empleo y tras la elevada cifra de paro en los países de la periferia –que doblan la media de la zona euro– hay algo más que una caída del PIB.

Los estancos mercados de trabajo también son responsables. Gracias a los poderosos sindicatos y las rígidas leyes de contratación y de despido, a menudo es muy difícil contar con nuevos trabajadores. Los insiders, aquellos que ya tienen trabajo, han sido tratados favorablemente, dejando fuera a menudo a los outsiders, normalmente trabajadores temporales, vulnerables a la pérdida de empleo.

La discordancia entre la educación y el mundo laboral también ha afectado a las cifras del paro

Razones para preocuparse. La discordancia entre entre la educación y el mundo laboral también ha afectado. Las habilidades adquiridas en la educación suelen ser irrelevantes en comparación con las que requieren en las empresas. La combinación de ambos factores ayuda a explicar por qué la tasa de desempleo entre los jóvenes es casi el doble de la general. Los altos niveles de desempleo de larga duración acarrean un gran coste. Los trabajadores pierden las habilidades, la formación y el desarrollo regular de una carrera. Muchos de ellos consiguen remontar, encontrando con el tiempo un camino profesional. Pero algunos se quedan atrapados en un ciclo de baja remuneración o impago, entrando de nuevo en el mercado con puestos de trabajo más débiles y coningreso menor duración.

Los costes para la economía también son significativos. A corto plazo, los gobiernos gastan más dinero en subsidios y recaudan menos impuestos. A largo plazo, habrá más trabajadores con una peor cualificación y menos productivos. Los países con problemas se enfrentan a una fuga de cerebros, ya que los más preparados se marchan a otros lugares en busca de mejores oportunidades. Alemania, donde la tasa de desempleo juvenil es del 7,6%, está atrayendo a muchos. Y por si fuera poco, el desempleo puede agravar las desigualdades sociales, ya que grupos como los jóvenes, las mujeres y los trabajadores poco cualificados suelen llevarse la peor parte.

Posibles soluciones. Si bien el crecimiento del PIB ayudará a crear puestos de trabajo, no servirá de nada en el conflicto entre insiders y outsiders y otro tipo de desempleo estructural. La auténtica reforma del mercado laboral es crucial. La mayoría de los países ya han comenzado este largo camino, pero aún queda mucho por hacer.

Hacer más flexible la contratación y el despido, especialmente para las pequeñas empresas. Limitar el excesivo poder de los sindicatos. Crear empresas, no industrias enteras, negociar convenios, para que los salarios pueden reflejar las condiciones reales. Abrir el acceso a las profesiones inútilmente cerradas. Reducir el salario mínimo cuando sea demasiado elevado. Eliminar o reducir drásticamente los contratos temporales, sustituyéndolos por acuerdos abiertos, donde las indemnizaciones por despido aumenten con la anigüedad.

El problema de la educación necesita una atención especial. Facilitar la transición de la escuela al trabajo. Mejorar la capacitación profesional y técnica. Promover las prácticas. Animar a escuelas a tener contactos con los posibles empleadores. Dar a las empresas incentivos para contratar a más trabajadores.

Estas medidas deben complementarse con ayudas a los sectores económicos que puedan crear empleo. Las instituciones europeas pueden ayudar en este punto a través de un gasto focalizado. Los fondos para proyectos de infraestructura son una manera rápida y fácil de aumentar el empleo y la producción. La financiación debe llegar a pequeñas y medianas empresas.

Los principales obstáculos para la creación de empleo son la desaceleración económica y la resistencia a la reforma. El crecimiento, aunque lento, vendrá según las economías salgan de la recesión. Las reformas son en última instancia más importantes, y son a menudo obstaculizadas por los insiders. Esta estrechez de miras no es aceptable cuando se habla del problema del desempleo.

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