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Columna
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El incierto futuro del sucesor de Chávez

La presidencia de Venezuela puede constituir un trabajo temporal para Nicolás Maduro. En teoría, el aliado del fallecido Hugo Chávez ha ganado un mandato de seis años, si el recuento de votos del domingo se mantiene. Pero con la deuda y los subsidios erosionando la riqueza del petróleo, la inflación en el 22% y dos devaluaciones de moneda en lo que va del año, una crisis podría minar su estrecha mayoría mucho antes de 2019. Chávez aumentó el gasto social en el período previo a su propia victoria en las elecciones de diciembre de 2012, pero las decisiones para recortar el valor del bolívar sugieren que estas políticas son cada vez más inasequibles.

 La gasolina, por ejemplo, está siendo subvencionada en el mercado interno a un precio de venta de seis centavos de dólar por galón. Esto infla artificialmente el consumo interno y supone una enorme presión sobre el presupuesto tanto del Gobierno como de PDVSA, la compañía petrolera estatal. Gran parte del gasto de Venezuela ha sido financiado por China, en la medida en que PDVSA envía ahora a Pekín 430.000 barriles por día de petróleo crudo y de productos para satisfacer las obligaciones de un préstamo de 36.000 millones de dólares.

De cualquier manera, es poco probable que los ingresos de PDVSA sean suficientes para cubrir los 44.000 millones de dólares de su contribución anual al presupuesto de Venezuela y, posiblemente, para la inversión de 80.000 millones que se necesitan para explotar el alquitrán en la región del Orinoco.

Mientras tanto, los economistas esperan que la inflacción siga creciendo. Ante ese panorama, el nuevo presidente seguramente tendrá que luchar para mantener los números de Venezuela sumando durante seis años. Incluso antes de que dejen de hacerlo, la inesperadamente estrecha mayoría de Maduro podría deslizarse hasta el punto de poner en peligro su posición. Chávez dirigió Venezuela durante 14 años. Su sucesor será afortunado si consigue agotar hasta el final su primer mandato.

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