Predicar con el ejemplo
Los gestores de fondos ganan demasiado dinero. O eso, al menos, parece pensar Sven Gielgod, miembro alemán del Parlamento Europeo. Está impulsando iniciativas para que estos gestores dejen de recibir bonus anuales superiores al 100% de su salario base.
Si prevalece el sentido común, la iniciativa de Giegold será rechazada. Los legisladores no deberían interferir en los asuntos de las empresas privadas, a menos que exista un exceso de atenuantes. Las hay para los banqueros: los riesgos sistémicos y las garantías gubernamentales implícitas. Los gestores de activos no plantean riesgos financieros palpables, ni tienen a los contribuyentes como garantía. Dicho esto, hay algo de mérito económico en las ideas de Giegold. Por un lado, tienen una dura concepción de la justicia. Si los gestores de fondos presionan por la moderación en los sueldos en las compañías en las que invierten, deberían practicar con el ejemplo.
Los límites a los bonus también podrían servir para estrechar los intereses de los gestores de fondos y los inversores. Estos clientes no deben, o no deberían, preocuparse solo del rendimiento de la inversión. El sueldo de los gestores debería reflejar sus habilidades para manejar la regulación, cumplir con la gestión de los activos... Dado que muchas de estas habilidades se establecen con independencia de las condiciones del mercado de inversión, se deduce que una mayor parte del salario debería ser fijo.
Un límite a los bonus impuesto por los propios gestores de activos les acercaría a los intereses de los clientes
Hay lugar para los bonus en la gestión de fondos. Los grandes rendimientos deben tener recompensa. Pero dentro de una bonificación de hasta el 100% del salario. ¿Un límite a los bonus haría que los costes salariales de las empresas de gestión de activos fuesen menos flexibles? Probablemente. Pero eso podría traer una seguridad salarial a los gestores de fondos que promueva la inteligencia y la paciencia en la toma de decisiones. Los malos gestores deberían ser reemplazados, y prohibirles seguir adelante con unos salarios base bajos.
Los incentivos salariales deben fomentar un comportamiento en conformidad con los intereses a largo plazo de los clientes. La legislación es innecesaria e imprudente, pero una autolimitación podría ayudar.