“Me subo a la flota para evitar ser un niño pijo y tonto”
Tercera generación de una empresa familiar dirige un grupo ahora global
Extremadamente humilde. Esa es la impresión que da Mané Calvo (Madrid, 1968), consejero delegado del grupo Calvo desde 2006 y tercera generación al frente de esta empresa gallega. Recibe sin el formal traje, que usa en contadas ocasiones. Tiene claros sus orígenes. Su abuelo comenzó con un ultramarinos y luego con una conservera, que se ha hecho global y que en 2012 cerró con 570 millones de euros en ventas, de las que solo el 20% corresponden a España. Brasil ya es su principal mercado. Hace un año, Bolton entró en el capital de la compañía.
Pregunta. ¿Cuál es la fórmula del éxito para lograr una tercera generación en la empresa?
respuesta. Lo primero, una dosis de suerte. Y bastante generosidad en toda la familia, evitar el personalismo y poner la empresa por delante de los intereses de cada uno. Es una forma de verlo que viene de nuestro abuelo. Hemos tenido siempre presente que más importante que nosotros es la compañía, de la que viven casi 5.000 personas.
P. En el consejo de administración, ¿cómo han canalizado la participación de la familia?
r. Tenemos un socio italiano, con un 40% del capital. De diez consejeros, cuatro los ponen ellos y seis nosotros. Como en la familia son seis ramas, hay uno por cada una de ellas. Bastante fácil.
P. ¿Nunca han tenido una pelea?
r. Miles. Las peleas son buenas si no pierdes el foco de la empresa, que es salir adelante. A veces las relaciones personales se resienten, pero todos tenemos en el ADN que lo importante es la compañía.
P. ¿Qué ha aportado el nuevo socio?
“La presión de los ecologistas es buena”
P. ¿Sienten la presión de los grupos ecologistas sobre la flota?
R. Hay una presión moderada, pero buena. Que se presione a las empresas para que hagan las cosas bien nunca es malo. Hemos hecho un código de buenas prácticas y nosotros nos significamos porque somos de los más ecologistas. Vivimos de nuestra marca y la marca es mi apellido, por lo que siempre vamos más allá respecto a la cuestión ecológica en nuestras capturas.
P. ¿En qué parte ha influido en el éxito de la compañía las conocidas campañas de publicidad de Calvo?
R. En el pasado han influido muchísimo. Somos lo que somos gracias a la primera campaña de publicidad que se hizo, la de Juanjo Menéndez y Jesús Puente, por la que pasamos de ser la conservera número 200 de España a ser la número 2 en seis meses. Siempre nos hemos significado por una publicidad agresiva e irónica y nos ha ido bien. Ahora, con la dispersión de televisiones, es menos efectiva.
r. De momento, dinero, justo cuando debían salir las cajas de nuestro capital, que han sacado una magnífica rentabilidad. Nosotros también vendimos un 15%. Si quitas la casa de cada uno, el patrimonio estaba en la empresa, así que se vio la oportunidad de vender, ya que el socio quería una participación relevante. Y al tener un poco de dinero se evitan conflictos familiares. Es una forma de buscar la tranquilidad de todos sin perder el control de la compañía. Además, nos han aportado profesionalización y el punto de vista comercial de un gran grupo europeo.
P. Usted ha sido director de la flota. ¿Iba también embarcado?
r. Sí. Mi padre desde pequeño me inculcaba bastante la empresa. He estado dos veces embarcado. Una vez estuve dos meses y otra, casi tres.
P. ¿Qué se aprende de esa experiencia?
r. Aprendí de casi todo. Se aprende mucho del negocio y mucho de la vida. Cuando me hablan de una rotura de red o de una avería, sé lo que está pasando en el barco, porque he estado allí. Y también se aprende mucho a nivel personal. Te pone los pies en la tierra. Yo no dejo de ser el hijo de un señor rico, que ha tenido una educación privilegiada, con una buena casa, con vacaciones, con todo hecho en esta vida. Yo soy consejero delegado de Calvo porque me llamo Mané Calvo. Mi apellido ha tenido algo que ver. Cuando voy a la flota o a las descargas, que son también bastante duras, me lleva a la realidad, y evito el riesgo de convertirme en un niño pijo y tonto.
P. ¿Por qué decidió seguir la tradición y dirigir la empresa?
r. Me llamaron para hacerlo. Ponerme al frente de la compañía fue una decisión familiar en un momento complicado, con pérdidas. Yo era el que estaba más preparado y llevaba más tiempo dentro. De pequeño no lo decidí, pero mi padre sí lo tenía claro. Mi padre siempre fue vicepresidente y consejero delegado. Mi tío José Luis, el presidente. Fue de forma un poco natural. Para mí tiene una parte muy atractiva: viajar y conocer mundo.
P. ¿Qué le ha aportado vivir en el extranjero?
r. He vivido más de dos años en Brasil y cuatro en El Salvador. Yo abrí allí nuestros negocios. Me ha aportado una amplitud de miras impresionante, porque conoces, ante los mismos comportamientos, distintas reacciones. Enseña mucho sobre la cultura de los demás países. Te abre la mente en cuanto a la reacción humana y a la cultura. También viví en Irán casi un año. Me llamó mucho la atención su forma tan religiosa de vivir. Y en Brasil, la cultura del ocio, no vivir para trabajar.
P. ¿En qué se basa el crecimiento de Calvo?
r. En nuestro negocio de Brasil y la flota pesquera, que vende para otras marcas. En los últimos siete años, la cantidad de atún no ha crecido por el control de las organizaciones internacionales, pero la demanda sí ha crecido. Por tanto, ha subido el precio y nos da un plus.
P. ¿Cuáles son sus objetivos?
r. Tener una solidez financiera, no me gusta depender de terceros, y un crecimiento natural, sin volverse locos. La apuesta es diversificarnos por países y en negocios e innovar, porque no queremos ser una compañía puramente conservera. En España, Calvo es atún, pero en otros países no. Y queremos seguir creciendo en Brasil y defendernos de las marcas blancas en España.
P. El modelo Mercadona de marca propia, ¿también les hace daño?
r. Hacendado ya es una marca per se. Lo que me perjudica es no poder competir con ellos dentro de Mercadona. El modelo es fantástico y les va muy bien, y yo me alegro. Pero defiendo que les iría todavía mejor teniendo más surtido de productos.