La Dada-economía
¡Mírenme bien!
Soy idiota, soy un farsante, soy un bromista.
¡Mírenme bien!
Soy feo, mi cara carece de expresión, soy pequeño.
¡Soy como todos ustedes![1]
Tristán Tzara
El Dadaísmo surgió del desencanto y como una rebelión hacia la abulia y desinterés social característico de los artistas de la primera década del siglo XX. El movimiento dadaísta es un movimiento antiartístico, antiliterario y antipoético porque cuestiona la existencia del arte, la literatura y la poesía. De hecho, por definición, cuestiona el propio Dadaísmo. “DADA no significa nada”. El Dadaísmo crea una especie de antiarte, es una provocación abierta al orden establecido. Quizás lo que sucede es que el arte de aquella época se había alejado tanto de sus verdaderas funciones en la sociedad, que Dada no es más que una forma de poner en evidencia que entre ella y el arte vigente (envuelto en sus supuestas pompas y bondades) no había diferencias.
Dada no es más que un espejo que devuelve lo que ve, no lo crea. Dada construye una realidad absurda, pero en la que no logramos encontrar diferencias con la que nos ofrece el arte oficial, que es igual de absurdo.
Aunque el movimiento fue liderado inicialmente por Hugo Ball, escritor de los primeros textos dadaístas, y otros artistas que asistían habitualmente al Cabaret Voltaire de Zurich, fue el poeta rumano Tristán Tzara el que se convertirá en el emblema del movimiento tras darlo a conocer en una serie de manifiestos. Toda la selección de textos que expongo corresponde a manifiestos de Tristán Tzara.
Todo ocurrió hace ahora 95 años (1918) pero nunca ha estado tan joven.
Llevamos desde los 80`s en una ola de continuas burbujas económicas, originadas por un exceso de liquidez y un aumento del endeudamiento que cuando estallan provocan una crisis cada vez mayor. La lista de casos es interminable pero la solución es siempre la misma: suministrar más liquidez y aumentar la deuda. Cualquier intento de cambiar el mecanismo perverso que nos lleva irremediablemente a la siguiente crisis, es boicoteado por unas elites adictas a una “economía-champagne”.
DADÁ propone dos soluciones: ¡NO MÁS MIRADAS! ¡NO MÁS PALABRAS! [2] ¡Ya no miren! ¡Ya no hablen! Pues yo, camaleón cambio infiltración con actitudes cómodas -opiniones multicolores para toda ocasión dimensión precio- yo hago lo contrario de lo que propongo a los demás.[3] |
Los compromisos adquiridos para compensar los excesos de corto plazo primero se posponen en el tiempo y cuando llega el momento de cumplirlos, se tildan de excesivos. Acto seguido se deconstruye la realidad bajo un nuevo “nombre” (Fiscal Cliff) que nos lleva a nosotros mismos a desear no cumplir lo que habíamos comprometido, garantizándonos no obstante, que nuestra virtud esta salvaguardada. Los sacerdotes de la ciencia (agencias de rating) otrora laxos en general, vuelven ahora a las andadas pero, ésta vez, de manera selectiva.
Podemos presionar a otros para que afronte medidas de control del déficit, pero nos quejamos de las que nos obligan a tomarlas en nuestro país.
DADÁ introduce nuevos puntos de vista, ahora se sienta uno en las cuatro esquinas de las mesas, en actitudes deslizadas un poco a diestra y siniestra, es por eso que estoy enfadado con Dadá, exijan por doquier la supresión de las D, coman Aa, frótense con la pasta dentífrica Aa, vístanse en la Casa Aa. Aa es un pañuelo y el sexo que se limpia los mocos, el hundimiento rápido -de hule- no tiene necesidad de manifiestos ni de libretas de direcciones, da 25% de descuento vístase usted con Aa tiene los ojos azules. |
Los magos de antaño, artistas consagrados (léase Greenspan) de la economía siguen dictando sus medidas: Que no se puede pagar, pues se imprime dinero. Que el límite de la deuda nos impide endeudarnos, pues se “suspende”.
Si tenemos que llevar al límite los balances de los bancos centrales (sin saber a ciencia cierta cómo deshacer el cambio andado), no hay problema. Todo sea llegar vivos a mañana sin pensar en pasado mañana.
Se logra la cuadratura del círculo: se puede sobrepasar el límite de la deuda (16,39 billones de $), alcanzar los 16,40 billones $ y tener un PIB nominal de 15,85 billones de $ (ambos a final de 2012) pero tener una deuda sobre el PIB de tan solo el 74%, fruto de una extraña y nueva aritmética contable.
Las economías del Sur de Europa, con unas instituciones económico-políticas que no resisten la más mínima homologación con sus equivalentes del Norte, no tienen “solo” un problema de déficit público o de altas tasas de paro; son economías que no funcionan. Su débil estructura las hace adictas a devaluaciones monetarias cada dos décadas (lo de ahora es una repetición de la crisis del SME de 1992, pero centrado en la deuda dado que las divisas no se pueden realinear) e inviables en un mundo globalizado como el del siglo XXI. El problema de todas éstas economias es más profundo del que nos presentan y no se arregla apelando a la falsa dicotomía entre políticas de estímulo y austeridad o a una mezcla de ambas. Reconstruir para que todo cambie es el paradigma.
Y así, hasta muchos ejemplos más. Este podría ser un buen momento para un nuevo manifiesto Dada. Esta vez sería anti-económico, de manera que logremos salvar la economía de los economistas. Este era el verdadero objetivo de algo, a priori tan absurdo, como Dada en 1918: salvar el arte de los artistas, reinventándolo sobre nuevos cimientos o paradigmas.
NOTAS (en el manifiesto de Tristán Tzara):
[1] Quería hacerme un poco de publicidad
[2] Basta de manifiestos
[3] A veces