La factura de la paz laboral en Iberia
El conflicto que enfrenta a Iberia y sus sindicatos ha dado un paso adelante fundamental. La dirección de la aerolínea ha aceptado la propuesta de plan de ajuste presentada por el mediador, Gregorio Tudela. Un plan que mañana deberán refrendar de forma oficial los sindicatos de la compañía, después de haber dado ya un primer visto bueno preliminar. A falta de esa ratificación oficial, estamos ante una propuesta cuyo contenido se aparta sustancialmente de los parámetros de la reforma laboral y se encuadra en las condiciones –mucho más ventajosas y, sobre todo, mucho más onerosas– del ERE marco vigente en la compañía. Una vez que se acepte la propuesta de Tudela, ambas partes tienen todavía un espinoso camino por delante: deberán negociar la salida de 3.141 empleados, un tijeretazo en los sueldos de entre el 7% (personal de tierra) y el 14% (pilotos y personal de cabina), una mejora en la productividad de los trabajadores y un mecanismo que buscará pactos de crecimiento en el futuro y que supervisará el cumplimiento de todo lo pactado. La factura que este plan de ajuste tendrá para Iberia ha aumentado de forma considerable desde el inicio del conflicto: de los 180 millones de euros del ERE a los actuales 580 millones. Una decisión que supone sacar la solución de la crisis fuera del marco de la nueva legislación laboral y elevar de forma exorbitada los costes del acuerdo. Se trata de una oportunidad que los sindicatos probablemente no dejarán escapar –no solo por razones de responsabilidad, sino también de oportunidad– dado que la propuesta encauza la práctica totalidad de las salidas de la compañía por la vía de las prejubilaciones.
Cuestión aparte es la etapa que se abre tras la ratificación del acuerdo: un nuevo período de 30 días en el que compañía y sindicatos deberán alcanzar un compromiso sobre las medidas destinadas a elevar la productividad de la plantilla. Un frente en el que la hipótesis de un bloqueo en las negociaciones por parte de las organizaciones sindicales podría ser respondido por Iberia con un incremento del recorte de las nóminas de hasta cuatro puntos porcentuales.
Este principio de pacto en la aerolínea es una buena noticia, aun pese al precio que conlleva. Los conflictos laborales se dan en todo tipo de empresas, pero su trascendencia no es la misma en todos los casos. En el de una compañía como Iberia, la factura de la conflictividad no se limita a la propia organización, sino que se traslada a sus clientes, a su sector, al conjunto de la economía e incluso a la paz social, dada la alarma e inconvenientes que suscitan las huelgas de transporte. Una consideración que los sindicatos deberían tener bien presente mañana a la hora de comunicar su decisión.