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A fondo

Dell busca una identidad difícil

En la Bolsa no hay medio plazo. Y Dell, el tercer mayor fabricante de PC del mundo, lo necesitaba para reinventarse. De ahí, que su fundador Michael Dell haya decidido comprar la totalidad de la compañía con el apoyo de Silver Lake y de Microsoft, una operación que le lleva a dejar el Nasdaq tras casi 25 años cotizando. Aunque todavía falta que los accionistas aprueben la operación, la cuestión que hay de fondo es si este gigante tecnológico, que nació a mediados de los 80 con un modelo que revolucionó la industria del PC -la fabricación de ordenadores a medida y su venta directa al consumidor- podrá volver a ser el referente que fue en los años 90. Y hay dudas.

Es cierto que con su salida de la Bolsa, la compañía gana libertad para reestructurarse y fijar una nueva estrategia. ¿Pero, cual? Su fuerte, son los PC, lo que ha hecho bien toda su vida, pero este producto está en horas bajas por culpa del éxito de las tabletas. Además, mantener una posición fuerte ahí es complicado con los fabricantes asiáticos (Lenovo, Asus o Acer) presionando. El mercado de PC se aventura difícil, como evidencia también la situación de HP.

¿Apostar por la era post-PC? Parece obvio que cualquier movimiento que haga Dell debería pasar por hacer apuestas en el entorno móvil. Un entorno, por otro lado, que avanza a tal velocidad y que tiene ya tantos actores relevantes y dispuestos a dar la batalla, que también deja dudas sobre la capacidad de Dell para ponerse al día.

Hay otra opción más: que apueste con rotundidad por el software y los servicios, sin dejar o dejando su negocio del hardware. Ciertamente, Dell lleva tiempo intentando ser menos dependiente de los ordenadores, sin embargo hay analistas que opinan que el fabricante de PC diversificó demasiado tarde, al menos si se compara con IBM y HP. "El 90% del mercado corporativo sigue viendo a Dell como un fabricante de PC y servidores baratos; apenas si le sitúan como proveedor de software, de soluciones de seguridad... Si quieren ir por ahí deberán hacer muy bien los deberes", dicen fuentes del sector en España.

La prioridad de Michael Dell y sus nuevos socios pasa por presentar un plan viable de futuro. Un plan que convenza, que ayude a la compañía a diferenciarse, no a quedar desdibujada en un mercado tan competitivo como el de la tecnología.

Hace poco Enrique Dans, profesor de TI del Instituto de Empresa, apuntaba una reflexión interesante en su blog. Explicaba un proyecto de Dell llamado Ophelia: Un dispositivo de tamaño similar al de un USB, que enchufado a una pantalla y conectado por vía inalámbrica a la red y a un teclado permitiría la ejecución de prácticamente cualquier sistema operativo en la nube, y que se vendería a un precio final de unos 50 dólares. Dans apuntaba entonces lo interesante que sería que la compañía que llegó a ser en su momento líder del mercado de PC terminase, en medio de una fase de profunda reestructuración y reinvención de sí misma, por sacar al mercado una especie de "anti-PC" o "deconstrucción del PC".

Todo parece posible. Y poco se conoce oficialmente sobre los futuros derroteros que tomará la compañía. Lo que sí parece claro es que algunos competidores buscan ya cómo aprovechar sus horas bajas. Sin ir más lejos, HP, uno de sus grandes rivales y una empresa que también vive serios ajustes, ya ha lanzado una nota en la que advierte que "Dell tiene un duro camino por delante" (...) y "que se enfrenta a un largo periodo de incertidumbre y transición que no será bueno para sus clientes". HP añade que "con una importante deuda como carga, la capacidad de Dell para invertir en nuevos productos y servicios estará extremadamente limitada".

A favor de Dell, Microsoft. El gigante del software ha decidido apostar por su histórico socio. Lógico. La empresa de Steve Ballmer empieza a ver que los nuevos fabricantes de hardware (sobre todo los asiáticos) no son tan fieles como los antiguos y tiene claro que no puede permitirse dejar caer a Dell. Muy al contrario, le interesa un Dell fuerte.

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