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Tribuna
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El mito carioca

La previsión de salidas a Bolsa del principal mercado de valores brasileño para 2012 era entre 40 y 45 empresas. La cruda realidad fue que solo salieron tres. Además de la escasez de nuevo papel, el volumen también se vio afectado, y numerosas emisiones encontraron difíciles las condiciones del mercado. El nerviosismo de los inversores acerca de la economía global, unido a la torpeza gubernamental, ha favorecido los malos resultados. El año pasado, además, se cambió la regulación, con una presión creciente para reducir los precios aplicados a los consumidores, incluyendo banca minorista y suministro eléctrico. Estas medidas, aparentemente buenas, generaron el efecto contrario, dado que los inversores se quejaron por ver empeoradas las expectativas de beneficios empresariales, y acusaron al Gobierno de cambiar las reglas del juego en plena partida.

El Gobierno también utilizó los impuestos y las medidas regulatorias para debilitar la moneda durante el primer semestre de 2012. El valor de la moneda local (el real) cayó más de un 18% entre el 1 de marzo y el 1 de junio, aumentando la incertidumbre para inversores internacionales. Las condiciones económicas tampoco ayudaron; los tres primeros trimestres de 2012, el PIB de Brasil creció solo un 0,7%. El BM&F Bovespa subió un 7,4% en 2012, un resultado saludable, pero muy alejado del crecimiento de dos dígitos de años precedentes.

De cualquier modo, entrando ya en 2013, tanto agencias gubernamentales como sector privado están tomando medidas para animar a start-ups y sectores de crecimiento a que acudan al parqué. Los analistas creen que los mayores cambios ya han tenido lugar, de manera que las empresas conseguirán un clima más favorable en las salidas a Bolsa.

Hoy por hoy, Brasil solo dispone de 365 cotizadas, y no son un reflejo fiel de la variedad y fortaleza de su tejido empresarial. Las commodities dominan su índice bursátil, a pesar de que los sectores que más crecen son los proveedores de la clase media. Al menos 30 empresas están en parrilla de salida a cotizar en los próximos 15 o 18 meses. Las dos principales son Banco do Brasil, conglomerado estatal, que separará su negocio de seguros en una nueva empresa, BB Seguridade, que podría suponer 5 billones de reales brasileños, y Vorotantim Cimentos, principal cementera brasileña, con 6 billones de reales brasileños.

Después de décadas en las que los inversores podían comprar bonos del tesoro a corto plazo y ganar rentabilidades de dos dígitos, los tipos de interés en Brasil han caído y la mayoría de las inversiones de renta fija apenas sobreviven a la galopante inflación. En este contexto, los inversores brasileños están motivados para aumentar sus posiciones en mercados de capitales, creando una demanda potencial para nuevas empresas.

Existen centenares de empresas brasileñas, en su mayor parte familiares, que podrían garantizar la sostenibilidad de la economía brasileña en un futuro. Conviene recordar que los mercados financieros brasileños apenas tienen 10 años. Desde la primera IPO, en 2002, el 70% de la financiación empresarial ha venido de los inversores internacionales, de manera que la evolución futura del mercado dependerá de las macrotendencias globales.

Brasil tuvo su mejor añada en 2009, ejercicio en el que las cotizadas captaron 46 billones de reales a través de los mercados financieros (esta cifra incluye salidas a Bolsa y ampliaciones de capital). Aquel año salió a Bolsa Santander Brasil, que supuso 13,2 billones de reales, y el operador Visanet, que consiguió 8,4 billones. El mercado no parece preparado a recuperar los niveles de aquel año, pero sí que es muy probable que duplique o triplique la actividad de 2012. En el pasado los inversores institucionales internacionales prefirieron entrar en operaciones de mayor tamaño fácilmente negociables, y los inversores aversos al riesgo estaban más tranquilos colocando su dinero en las empresas líderes para cada sector. Los conglomerados trataron de separar sus unidades menos estratégicas, habida cuenta de que su reputación favoreció que dichas operaciones fueran muy liquidas.

De cara al futuro, el Gobierno está tomando medidas para facilitar las salidas a Bolsa de pymes. Su principal regulador, la Comisión de Valores Mobiliarios de Brasil, anunció en noviembre la flexibilización de requisitos. Gobierno y sector privado trabajan para presentar el próximo mes de marzo medidas regulatorio-fiscales, pero no verán la luz antes de 2014. En general, los cambios regulatorios y, por ende, los de los inversores, activando su demanda, podrían ayudar a terminar con la sequía de salidas a Bolsa, pudiendo duplicar su cifra en 10 años según previsiones oficiales. El campo está abonado, pero la crisis de confianza debe remitir para que el mito carioca se convierta en realidad. De momento, numerosos operadores de capital riesgo, con las carteras maduras, estarían encantados en soltar lastre.

Isabel Giménez Zuriaga

Directora General de la Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros igimenez@febf.org

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