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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El futuro de Alemania pasa por el euro

Las últimas previsiones sobre la economía alemana, dadas a conocer por el Gobierno de Angela Merkel, confirman que la potente locomotora de la zona euro no es, ni mucho menos, inmune a la crisis. El ministro de Economía germano, Philipp Rösler, reconocía ayer que Alemania crecerá únicamente un 0,4% este año y verá, además, aumentar levemente su tasa de desempleo. Pese a que Rösler defendió con firmeza que ese 0,4% "no es una mala cifra", lo cual es cierto, también lo es que hace solo unos meses su propio Gobierno apuntaba bastante más alto en las previsiones económicas. El pasado otoño, Berlín cuantificó en un 0,7% el crecimiento alemán para 2013. La contracción sufrida por la economía del país en el último trimestre del año, bastante mayor de lo previsto, explica esta corrección a la baja.

El ministro de Economía germano tiene razón al defender que Alemania sigue siendo el caballo ganador entre las economías de la eurozona. Un ejemplo de ello es la buena salud de su mercado de trabajo en medio de una Europa azotada por la crisis. Si bien las estimaciones sobre el desempleo apuntan a que este año se producirá un suave incremento -hasta el 7%-, el país cerró 2012 con un 6,8% de paro, lo que supuso un mínimo histórico.

Aun así, la rebaja de las previsiones revela que el pulso de Alemania es hoy menos fuerte que ayer, y aumenta la incertidumbre sobre cómo se comportará la economía en los próximos meses. Berlín, que apuesta por un repunte del crecimiento en 2014, sigue manteniéndose firme en su receta frente a la crisis: consolidación fiscal, reducción del déficit público y mejora de la competitividad. En un escenario como ese, el rechazo alemán a la propuesta de Mariano Rajoy -realizada en una entrevista concedida al diario británico Financial Times- para que las mayores economías de la eurozona aprueben nuevos programas de ayuda a sus vecinos desfavorecidos no resulta una sorpresa. Cuestión diferente es que ese rechazo constituya una postura razonable -económica y políticamente- en una Europa que no solo constituye un único mercado, sino que también es la destinataria del 40% de las exportaciones alemanas.

Tal y como reconocía ayer el Gobierno alemán, el mayor riesgo para la economía germana es, precisamente, la precaria situación de algunos países de la zona euro. No en vano, mientras las economías con mayores problemas no regresen a la senda del crecimiento, Europa continuará siendo un gran mercado en crisis, lastrado por un consumo bajo mínimos y hostigado por un desempleo insostenible. Berlín debe aceptar que el futuro de la zona euro es también el futuro de Alemania, y que ello exige cooperación y esfuerzo compartido. Una vieja receta que a nadie le conviene olvidar.

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