Los bancos sienten las multas
La multa de 1.920 millones de dólares impuesta por los reguladores de EE UU a HSBC por no reforzar sus controles de lavado de dinero es la mayor de la historia dirigida a un banco, y dos veces y media más grande que el récord anterior, de UBS. Pero HSBC no está solo: tanto Standard Charterded como ING han entregado una proporción similar de sus ganancias para liquidar investigaciones.
Otrora una irritación menor, las multas regulatorias están suponiendo importantes costes. La multa de HSBC equivale a un 8% del beneficio previsto antes de impuestos para 2012. Pero no es el más grave: los 667 millones acumulados por Standard Chartered en sanciones equivalen al 9%, mientras que los 619 de ING a un 10%.
El vapuleo a los bancos tras la crisis explica la inflación: en los últimos años, las autoridades de EE UU han perseguido a las entidades por la venta abusiva de valores respaldados por hipotecas y productos estructurados. Pero la multa de 780 millones de dólares de UBS fue por ayudar a los ciudadanos de EE UU a no pagar impuestos antes de la crisis. Y la mayoría de los delitos sancionados sucedieron antes de 2007.
Las sanciones solo son una parte. Las demandas civiles derivadas del colapso de Enron eran mucho más caras que pagar a los reguladores: los bancos involucrados en la manipulación del libor podrían comprobarlo. La factura de compensar a los usuarios a quienes se les vendieron seguros de protección de pagos supera los 10.000 millones de libras. Mientras, los gastos legales de enfrentar los delitos pasados son un lastre permanente.
Cuando la crisis se desvanezca, la mano dura de los reguladores con los bancos podría relajarse. Pero hasta entonces, la mera acusación ya no es un medio eficaz de disuasión. Las grandes sanciones económicas son la única forma de castigar los comportamientos pasados.