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Todo depende en Europa de las elecciones alemanas

La cumbre europea de finales de junio y la decisión del BCE de aplicar un vasto programa de compra de deuda pública pareció acelerar la resolución de la crisis de la deuda soberana. Pero todo ha ido poco a poco torciéndose después, y ni está arreglado el rescate de España, ni de Italia, ni el tercero de Grecia ni la Unión Bancaria, ni el Presupuesto hasta 2020. Todo depende de las elecciones alemanas del otoño próximo.

Las cosas de Europa van más despacio que las de Palacio. Tomar decisiones en una mesa a la que se sientan diecisiete dirigentes políticos no es nada fácil, y los pronunciamientos realmente decisivos se toman siempre un minuto antes de la catástrofe. Eso sí, se toman. Como dice un avezado diplomático europeista, nunca lo vamos a arreglar, pero nunca lo fastidiaremos del todo. Por tanto, paciencia.

A los españoles les preocupa el cacareado rescate o socorro financiero de España. A unos porque lo temen, otros porque quieren usarlo contra el Gobierno, y los realmente sensatos porque entienden que sin él la economía española no podrá financiarse a precio asequible. Pero el presidente del Gobierno, al que nunca pillarán por precipitación, sigue resistiéndose porque nadie le garantiza lo que él quiere: una prima de riesgo en torno a 200 puntos, que, por otra parte, es el umbral que el FMI asegura justificado por los fundamentales de la economía española. Pero, tiempo al tiempo.

Es bien sabido que Alemania ha estado parando los vértigos rescatistas surgidos de España y de otros socios europeos, porque Alemania precisa consenso político nacional para dar ese paso, aunque la cantidad que se destine en auxilio de España sea más bien limitada, y corra por cuenta de la troqueladora del BCE. En todo caso, el propio Draghi, presidente del BCE, ha tenbido que presentarse en el Parlamento alemán y explicar la operativa de compra de deuda que ha aprobado el consejo de la entidad, y que él jura y perjura que se trata solo de una herramienta monetaria, cuando todos sabemos que es fiscal, o algo a medio camino en el peor de los casos.

Alemania sigue bloqueando las decisiones porque tiene encima un proceso electoral que, como todos los gobiernos en cada país, quieren ganar ahora los democristianos de la señora Angela Merkel. El rigorismo germano exigido a toda Europa da prestigio a Merkel y sus ministros, y quiere aprovecharlo. ¿Quiere eso decir que tendremos que esperar a que pasen las elecciones alemanas?. No necesariamente, pero los comicios de otoño en Berlín condicionan muchas cosas.

La más evidente es el tercer rescate a Grecia, que debe pasar necesariamente por una quita adicional de deuda, sea de principal o de interesas, al Gobierno heleno, en la que participen necesariamente las instituciones públicas europeas, ya sean sus socios o el propio Banco Central Europeo. A reducir principal, o rebajar tipos, a alargar plazos, o regalar los bonos que tiene el BCE a Atenas, o regalarle los intereses que su propio Tesoro abona al BCE como tenedor de deuda. La presión del FMI choca con la resistencia alemana, que no quiere hacerlo proque es invendible entre sus electores tal cosa tras haber hecho dos rescates y una quita que se han mostrado inútiles para solventar los problemas griegos.

Y en cuanto a los rescates adicionales de España e Italia, los quiere de una vez sola. Considera que si España para por la ventanilla y su financiación se alivia, los especuladores que disparan contra el euro, cruzarán el Rubicón, ese riachuelo que pasa cerca de Rímini, al sur de los Alpes, y dirigirán sus operaciones contra Italia, con una deuda del 130% del PIB, y ese problema será auténtica caza mayor. Y tal cosa puede surgir tras las elecciones italianas de marzo, en las que no está claro si seguirá Monti o dejará paso a los políticos pusilánimes de antes.

Por tanto, quiere Alemania evitar que se reabra la crisis europea tras las elecciones italianas, y en plena precampaña germana. Quiere por ello hacer las dos operaciones en una antes de los comicios italianos para dar tiempo a relajar la situación. Y es posible incluso que todo quede para después de las elecciones alemanas.

Todo camina despacio, y la economía española no puede esperar mucho tiempo. Las reformas pueden quedar en agua de borrajas si no hay financiación. Y si la hay para el Tesoro, aunque cara, no la hay, ni cara, para la banca, las empresas y los particulares.

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