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No se engañe, el banco malo lo pagamos usted y yo

Quizá hayan escuchado que el Sareb (¿quién elegirá estos nombres?) tendrá inversores particulares, y que el banco malo será tan bueno que ofrecerá una gran rentabilidad al capital superior al 10%. El banco malo se queda con los pisos, los inversores ponen dinero y luego lo reciben porque los pisos han subido de precio. Así el contribuyente, pagano de todos los desmanes inmobiliarios, queda fuera del banco malo. Todo correcto, ¿no?

Pues igual no tanto. El Sareb de marras tendrá unos activos de hasta 90.000 millones de euros. Y, como cualquier empresa, tiene que tener pasivos iguales a los activos. Esto es, “alguien” tiene que prestarle dinero al Sareb para que pague por los solares, las casas a medio hacer o hechas del todo. ¿El sector privado? Error. El sector privado pone capital, más o menos el 8% del valor de los activos del banco malo. Será el sector público quien avale la deuda emitida por el Sareb para financiar los activos.

Entonces, si la mayoría del dinero lo pone el sector público, ¿qué pinta el sector privado aportando ese 8% del capital? Pues que, de este modo, el Estado no tiene la mayoría del capital del banco malo. Es decir, no es suyo. Le avalará en varias decenas de miles de millones de euros, pero no tendrá la mayoría. Y, en estas condiciones, la deuda emitida por el banco malo no será deuda pública.

De hecho, será la banca española la que aporte la mayor parte de estos fondos propios. Lo que deja una paradoja, dado que, si presuntamente, el problema de la banca española es el exceso de ladrillo, ¿qué pinta invirtiendo en la mayor inmobiliaria española? ¿De verdad van a entrar inversores extranjeros?

Una cuestión adicional es qué objetivos va a seguir el banco malo a la hora de deshacerse de las viviendas. Es decir, ¿colocará en el mercado los pisos con celeridad o seguirá la costumbre patria de aguantar con casas vacías “a ver si esto se recupera”? ¿Hará el banco malo la competencia a su accionista, la “banca buena”?

En fin, la cuestión no es tanto si el banco malo es bueno o malo, sino más bien, para qué se ha puesto en marcha y con qué objetivo. Al final, la diferencia entre la tasación de los inmuebles y los créditos a promotor de la banca y su valor real la pagamos los contribuyentes. Hasta ahora la hemos pagado a tocateja. Mediante el banco malo lo pagaremos de otro modo, con deuda. Y la banca, poniendo una cantidad que se estima en 500 millones (más 1.400 en deuda subordinada), tendrá el control de la mayor inmobiliaria de Europa. Pues vale.

Hace medio preguntaba por aquí quién demonios pagaría esto del banco malo. Ya estamos seguros. Usted y yo. Pero sin que se note demasiado.

Música contra la crisis. Jefferson Airplane, White Rabbit en Woodstock, 1969. 

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