Matarromera resiste al cambio climático en sus viñedos
"Resulta fundamental ligar el vino al clima en España, las añadas están cambiando por la tendencia a la sequía y al aumento de la temperatura". Esta conclusión del grupo Matarromera, en palabras de su presidente, Carlos Moro, empujó a la compañía hace cuatro años a buscar los efectos que el cambio climático ya está teniendo en la industria del vino, para atajarlos.
La empresa, que dedica a la investigación el 30% de su facturación, ha obtenido este año los primeros resultados del megaproyecto que lanzó en 2008 el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) y en el que participan 26 bodegas para ayudar a la industria vitivinícola española a adaptarse a los efectos del cambio climático.
Matarromera, que participa con 2,8 millones de euros en el proyecto de 26,9 millones, ha visto que el creciente calor y la ausencia de lluvias está anulando el fuerte contraste de temperaturas entre frío y calor que se produce en la ribera del Duero y que es sello de los vinos de esta zona. "El problema en la vid es que la planta deja de funcionar correctamente y pierde calidad. El efecto en el vino es que resultamás alcohólico por el aumento de azúcar, que hace más difícil fermentarlo y destruye el color", explicó ayer el director de I+D de la empresa, Alberto Guadarrama, durante una visita a los viñedos de variedad verdejo, en plena milla de oro ribereña, sobre los que Matarromera ha experimentado.
La empresa ha contrarrestado los efectos del aumento de temperatura en la calidad del vino a base de regular las podas de las hojas, que tienden a curvarse para protegerse del incremento de calor y alteran el proceso de fotosíntesis, y de aplicar un sistema de riego mejor dirigido para nutrir la vid cuando sufre por el calor. El primer resultado visible de esta apuesta de la compañía es el vino Emina Prestigio Rueda, un blanco verdejo que ha salvado e incluso mejorado su color y aroma gracias a estas técnicas. Este caldo se comercializa desde 2011.
El laboratorio, nueva estrella de las bodegas
Ante el intenso color y aroma de un buen vino se esconden hasta 400 compuestos y muchas horas de investigación en el laboratorio, un lugar que Matarromera presume de cuidar muy bien, con una inversión en I+D que asciende al 30% de su facturación. "Que nosotros sepamos, somos de los pocos, si no los únicos, que alcanzamos este nivel en Europa", señalan desde la compañía.Esta apuesta por la tecnología como aliada de los buenos caldos hace posible, por ejemplo, trazar el ADN de un vino en apenas dos y tres minutos, frente a las tres horas que se tardaba hasta la entrada en escena de equipos especializados. El producto más espectacular que ha salido de este laboratorio es Emina 0.0, un vino sin alcohol que recibió el Premio CincoDías a la Innovación en 2011.