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Columna
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EE UU, empresa y política fiscal

Las empresas americanas pueden restarse tributos extranjeros de su factura de impuestos. Pero una decisión de la Hacienda americana (IRS por sus siglas en inglés) pone esa norma, y la inversión en el extranjero, en riesgo. El Tribunal Supremo tiene la ocasión de poner las cosas en orden.

Los jueces asistirán a una disputa tributaria entre el IRS y la empresa energética americana PPL, que ha impugnando una decisión que podría costarle unos 150 millones de dólares en créditos fiscales. La empresa supuso que podía reclamar un crédito por el impuesto sobre beneficios sobrevenido que pagó en 1997 mediante una compañía británica adquirida siete años antes. La IRS no estuvo de acuerdo, diciendo que el cargo no era un impuesto sobre los ingresos de la empresa sino sobre su valor. La agencia citó las arcaicas reglas sobre la aplicación de créditos fiscales extranjeros para respaldar su postura. Si el "carácter predominante" de la tasa de otro país es un impuesto sobre los ingresos "en el sentido estadounidense", el crédito se aplica.

La lógica de este argumento escapa a muchos expertos, incluyendo dos tribunales de EE UU, que insistieron en que los gravámenes extranjeros suelen ser en el fondo impuestos sobre ingresos. Pero un tribunal federal dio la razón al IRS.

Si el Tribunal Supremo falla a favor del IRS, el impacto en todas las empresas americanas que operan en el extranjero sería considerable. Más de 7.200 empresas reclamaron unos 100 billones de dólares en créditos fiscales extranjeros en 2008. No permitir ni una pequeña fracción de esa cantidad llevaría a años de litigios.

Inyectaría mucha incertidumbre a la hora de invertir en el extranjero. Si las empresas americanas tienen que pagar impuestos en casa y fuera sobre los mismos ingresos, harían mucho menos negocio en otros países. Y esos países tendrían que elegir entre animar la inversión americana o elevar las ganancias sobre los ingresos generados en su territorio. El crecimiento global podría sufrir.

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