Grecia precisa otro enfoque
Atenas ha revisado las previsiones económicas y presupuestarias, mostrando que la deuda alcanzará el 189% del PIB para el año que viene, 22 puntos porcentuales más que las estimaciones de mayo. Los acreedores privados ya han perdido más de la mitad de su dinero en la reestructuración de principios de año, pero los del sector público, que representan la mayor parte de la deuda restante, se han venido librando hasta ahora.
Como era de esperar, el Fondo Monetario Internacional reclama algún tipo de "participación del sector público". Pero Alemania dice que perdonar parte de la deuda violaría sus leyes, y el BCE ha argumentado que hacer una quita sobre sus bonos sería un tipo de financiación monetaria, estrictamente prohibida. Por ahora, los ministros de finanzas de la eurozona están más concentrados en hacer juegos malabares con el dinero para llenar un vacío de 30.000 millones de euros de financiación en los próximos cuatro años.
Hay buenas razones políticas por las que la deuda de Grecia no va a recibir el tipo de arreglo que en teoría necesita. Acometer una drástica reducción de la deuda disminuiría los incentivos para reformar. Además, una vez que se ha ofrecido el alivio de la deuda oficial, otros países podrían querer el mismo tratamiento. Finalmente, los contribuyentes de los países acreedores tienen un límite. Esto explica por qué la atención inmediata se centra en rebajar la deuda griega a un nivel algo más sostenible. Eso puede significar un alivio leve y ayudar a Grecia a comprar con descuento los bonos que siguen en manos de acreedores privados.
La participación más profunda del sector oficial puede ser menos radiactiva políticamente después de las elecciones alemanas del año que viene. Incluso entonces, podría retrasarse hasta después del actual rescate griego. Las autoridades de la eurozona podrían querer esperar hasta que otros países pasen lo peor de la crisis, y se haya probado que Grecia va en serio con las reformas.