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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La carrera del saneamiento bancario

El bancario no es un gran negocio ahora en España. Las dificultades para captar los recursos, la desconfianza hacia una actividad que ha tenido que ser rescatada por Europa, las exigencias aceleradas de provisiones impuestas por el Gobierno y la pérdida de calidad de la demanda componen un escenario poco o nada estimulante para hacer banca. Y todo ello en un entorno, además, en el que se apunta sistemáticamente a los gestores, en algunos casos con razón, como responsables principales de la quiebra del país y de las dificultades de una parte creciente de la población. En los nueve primeros meses del año los grandes bancos, que en los ejercicios de bonanza acumulaban cantidades mareantes de euros de beneficios, se han apuntado una cantidad (3.800 millones de euros) que escasamente puede compensar la mitad de los euros que ha perdido Bankia. Con la única particularidad de que los beneficios de la banca sana se los distribuirán sus accionistas y las pérdidas de Bankia se pagarán vía fondo de rescate europeo.

Pero la crisis bancaria y la necesidad de recurrir a la ayuda europea para sanear la banca española dañada -las cajas de ahorros fundamentalmente-, ante la imposibilidad de lograr recursos en el mercado, ha condicionado el negocio de todas las entidades. La desconfianza ha impregnado a todo el sistema y las dificultades para financiar el crecimiento y refinanciar los recursos son generalizadas, aunque el mercado comience ya a hacer distingos entre la banca sana y aquella que ha tenido que recibir el socorro público. Y el reforzamiento de los balances, primero con las dos reformas Guindos y posteriormente con el rescate europeo, ha estresado hasta el límite todas las cuentas de resultados.

Aunque con un calendario diferente, todas las entidades han tenido que reducir a la mínima expresión sus números negros disponibles este año para cebar las provisiones impuestas por el Gobierno. El saneamiento no ha concluido, pero cuando lo haga, la banca española volverá a ser la más saneada de Europa y dispondrá de los niveles de solvencia suficientes como para disponer de los recursos financieros del mercado a precios competitivos y recuperar la concesión de crédito, ahora paralizada. En los nueve primeros meses del año, el crédito vivo en España sigue contrayéndose, mientras se deteriora la mora, consecuencia del desapalancamiento lógico de los agentes económicos y del endurecimiento de la política crediticia.

Estos procesos, como la digestión de los activos dañados de los bancos fallidos en el banco malo, son muy lentos, pero son tan imprescindibles como el saneamiento de las cuentas del Estado, aún desequilibradas por absorber los sobrecostes de la crisis y el traspaso de los balances excesivos de banca, empresas y familias. Hacerlos podría no ser suficiente para recuperar la economía; pero necesarios, sí.

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