Emprendedores 2.0
Historias de empresarios españoles que supieron utilizar internet para impulsar sus negocios.
æpermil;l cortaba. Ella cosía. Francisco Casillas y Mari Carmen Fernández trabajaban a destajo en una casita del barrio de Albaicín de Granada. Confeccionaban un traje cada dos días que vendían a las tiendas de la ciudad. Daba lo suficiente para seguir tirando. Eran los setenta, Franco no había muerto y, como dice uno de los cuatro hijos del matrimonio, esa España era la de la serie Cuéntame. Hasta que llegaron los nuevos tiempos. Producción industrial: más barato, más rápido. Los trajes se fabricaban en serie. Los grandes se hacían con el mercado. Y los Casillas tuvieron que reinventarse. No sería la última vez.
"Mi padre consiguió un empleo en una gran empresa. Se metió en la plancha y saltó de la sastrería artesanal a la industrial", recuerda en conversación telefónica uno de los hijos del matrimonio, Bere Casillas (Granada, 1965), mientras pasea por Valencia. Al día siguiente, ofrecerá una conferencia para contar que a él también le afectó un cambio, el tecnológico, en tiempos de crisis y que tuvo que reinventarse.
Bere era un sastre arruinado en 2008. 2007 había sido su año. Pese a que había escuchado que España era una burbuja a punto de estallar, el granadino pidió a finales de ese año un 40% más de telas a sus proveedores. Eran los tiempos en los que su tienda en la calle Río Genil cerraba los sábados con cajas de 9.000 euros. En los periódicos, el presidente del Gobierno de por aquel entonces, José Luis Rodríguez Zapatero, aseguraba que todo iba tan bien que España iba a superar a Alemania y a Italia en renta per cápita "de aquí a dos, tres años".
Bere sabía de trajes, no de burbujas. Y cayó en la trampa.
Las ventas cayeron un 35%, el material se acumulaba en la tienda y no había dinero para pagar a los proveedores. La plantilla de su negocio cayó de seis a tres trabajadores. "No podía ni mantener el local", admite. El empresario quedó con uno de sus suministradores para pedirle más tiempo para saldar las deudas. Recibió un consejo: "Bere, el futuro está en internet". El sastre, que se define como "un cuarentón que no había usado un ordenador en su vida", compró en octubre de 2008 varios cursos para aprender de qué iba la red. Uno de ellos, sobre cómo hacer vídeos para Youtube, le costó "ciento y pico euros". Le cambió la vida.
Bere le dio "vueltas a la cabeza". ¿Cómo podía ayudarle internet para salir de la ruina? "Empecé a manejar Twitter, Facebook... y abrí mi primer blog", relata. Meses de reflexión. "Por primera vez escuché la palabra seguidores". Más vueltas. Pensó qué podía necesitar un cliente. ¡Y eureka! La clave, darle la vuelta a la tortilla. No iba a ser él quien iba a perseguir a los clientes, sino ellos a él.
El 14 de abril de 2009, el sastre subió un vídeo a Youtube titulado Nudo de corbata windsor alucinante. Cómo hacer el nudo windsor. Son 2 minutos y 19 segundos. Un plano fijo. Como si una coreografía se tratase, el modisto explica los pasos para dar con el "nudo perfecto".
"Mi mujer me dijo: '¿Qué haces, no ves que se van a reír de ti?", narra Casillas. Al año de subir las imágenes, su negocio volvía a ser rentable. Bere se hacía popular en la red. Con una inversión mínima, el vídeo era la mejor campaña de publicidad. Andreu Buenafuente lo invitaba a su programa en La Sexta. Su mujer seguía sin creérselo. "Una semana antes de irme a Barcelona al programa, me llama y me dice: 'Bere, hablemos en serio. ¿Por qué te has inventado todo esto de Buenafuente?'. Cuando me vio en pantalla, cambió su perspectiva". El vídeo que colgó se ha reproducido ya cuatro millones de veces, Bere ha abierto una tienda en internet (un tercio de sus ventas) y su plantilla se ha triplicado.
La catedrática de Economía Aplicada y directora de la cátedra Universidad Autónoma de Madrid-Accenture Economía y Gestión de la Innovación, María Paloma Sánchez, cree que el caso de Casillas demuestra que "la innovación organizativa está al alcance de todos, que los pequeños empresarios pueden servirse de las nuevas tecnologías para generar modelos de negocio". No solo innova Apple, apunta la profesora. Lo pueden hacer las "empresas grandes o las pequeñas, con mucha capacidad económica o poca, de sectores punteros o muy tradicionales", explica en un mensaje de correo electrónico. Y la tecnología cada vez es más barata.
El psicólogo y asesor en estrategia en internet Alfonso Alcántara suele citar en sus conferencias al sastre. "El empleo 2.0 no se busca, te encuentra", repite desde Málaga en una videollamada. "Empleo 2.0 es compartir en la web social tus conocimientos, servicios y habilidades para obtener el posicionamiento que valoran los clientes y los empleadores", añade Alcántara, fundador de la web yoriento.com, una página en la que da consejos para encontrar trabajo. El orientador laboral ve la red como un instrumento para aumentar los contactos ("Twitter son las nuevas páginas amarillas") y hacer negocios: se puede encontrar empleo, captar clientes, vender, "generar reputación"...
Los datos confirman la teoría: el comercio electrónico facturó 2.452,6 millones de euros en el primer trimestre de 2012, su máximo histórico, según la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones; y uno de cada dos parados busca empleo a través de las redes sociales, según un informe que publicó en julio el portal Infoempleo y la compañía de trabajo temporal Adecco.
El pionero
-¿Quieres un café?
Es lunes, son las 10 de la mañana y Carlos Barrabés (Huesca, 1970) introduce una cápsula en una cafetera que tiene junto a la puerta de su despacho en la primera planta de un edifico en la calle Serrano de Madrid. Allí trabajan unas 50 personas. Barrabés es el jefe, un jefe que va al trabajo con unas Nike. Ya con el café en mano, sin leche y en un vaso de plástico, el empresario muestra al visitante las instalaciones. Innovación en pocos metros. Habitaciones de colores en las que veinteañeros trabajan en ordenadores. En una de las paredes cuelgan dos relojes. Dan la hora local y la de San Francisco. "¿Qué piensas? ¿Que los españoles somos más tontos y no sabemos innovar?", bromea el aragonés con el visitante sorprendido.
Los Barrabés son una familia de comerciantes. Su abuelo José abrió en los años veinte una zapatería en Benasque. Vendía botas a quienes más podían necesitarlas en un pueblo a los pies de los Pirineos: pastores, cazadores y contrabandistas. En el 69, inauguró un bazar que vendía un poco de todo. La tienda especializada en el mundo de montaña llegó en 1987. A partir de aquí las fechas bailan: Carlos cree que tuvo que ser en 1993 cuando utilizó por primera vez un ordenador con conexión a internet. Se lo enseñó Pere Pascual, un profesor de la Universidad de Barcelona que veraneaba en el pueblo.
"Me senté delante de la pantalla, con mi hermano", detalla Barrabés. "No era más que eso: un ordenador conectado". En el paseo de vuelta a casa, no más de 100 metros, los hermanos hablaron de abrir una tienda en la red. Barrabes.com estaba en marcha en enero de 1996. Ofrecía productos de montaña. "Llegaba un pedido de Washington y temblabas. De repente el mundo se hizo más pequeño", destaca Carlos. La tienda sigue funcionando. Los Barrabés dan empleo a algo más de 300 personas.
El nuevo periodista
Jordi Pérez Colomé (Barcelona, 1976) se quedó sin trabajo en 2010. Factual, el periódico digital en el que trabajaba, cerró. Ahora viaja como enviado especial por el mundo. Y no le envía un medio de comunicación, sino los lectores de su blog (obamaworld.es) a través de sus donaciones. El periodista escribe estos días desde EE UU. Cubre las elecciones. En menos de cinco días, consiguió los 2.000 euros que necesitaba para el viaje. "Le quito romanticismo. Me ha costado mucho trabajo y no puedo vivir solo de esto".
Ricardo Colloto (Basilea, Suiza; 1973) compró una licencia de taxi en Oviedo en 2002. Al año, ya estaba en la red. Su web (taxioviedo.com) se hizo con "un nicho de mercado". Aparece la primera cuando se teclea en Google "taxi, aeropuerto, Asturias", a 50 euros la carrera. "Internet me permite elegir a mis clientes", enfatiza. Su vehículo tiene una impresora para sacar la tarjeta de embarque, una aplicación móvil para reservarlo, conexión wifi... "A veces la tecnología nos confunde", advierte Colloto. "Como siempre en los negocios, lo importante son las personas, satisfacer necesidades. Y eso es lo que intento".
"Esa es la clave", coincide Ricardo Pérez, profesor de Sistemas y Tecnologías de la Información de la escuela de negocios IE Business School. "La tecnología funciona cuando satisface necesidades. No es abrirse un Twitter y ya está. No. Detrás de estas historias hay mucho trabajo. Han hecho algo distinto. Y esos son los que tienen éxito".