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Guindos acepta retrasar la petición porque tiene "implicaciones" para otros socios

España adapta el calendario del rescate a los deseos de Berlín

España aceptó ayer en Luxemburgo que no presentará la solicitud de un rescate de la deuda hasta que se conozcan exactamente las implicaciones que tendrá la intervención del BCE en el resto de socios de la zona euro. Madrid se adapta así a los deseos de Alemania, partidaria de retrasar lo más posible la compra de deuda por parte del emisor.

El ritmo del rescate de la deuda española lo sigue marcando Berlín. Y España se resignó ayer a adaptarse al guión alemán tras la reunión del consejo de ministros de Economía de la UE (Ecofin) celebrado en Luxemburgo.

"La decisión de aplicar un programa para que intervenga el BCE es muy importante y extremadamente sensible", señaló el titular español de Economía, Luis de Guindos, tras la reunión con sus colegas.

Y si hasta ahora se supeditaba esa decisión a los intereses de la economía española, Guindos admitió ayer que España deberá tomar en cuenta también las consecuencias de la petición para el resto de socios de la zona euro.

"Hay que tomar en cuenta las implicaciones [de la petición] para España y para el conjunto de la zona euro", señaló Guindos en la rueda de prensa posterior al Ecofin. Y aseguró que "el Gobierno está recabando información sobre esas implicaciones" y actuará en consecuencia.

Las palabras del ministro español fueron objeto de diferentes interpretaciones entre las diversas delegaciones del Ecofin. Pero la más plausible y contrastada apunta a que Madrid se muestra dispuesta a adaptar el calendario del rescate a las demandas de Berlín.

Esas demandas, según fuentes europeas, pasan por evitar la repercusión directa o indirecta de la intervención del BCE en otros socios de la eurozona. La primera y no deseada por Berlín sería la probable relajación de la prima de riesgo de varios socios sin necesidad de someterse a un ajuste como el español. Italia parece el candidato más probable a ese beneficio colateral.

El propio Guindos se hacía eco ayer de ese temor, aunque en términos algo crípticos. "Dado que el simple anuncio de la posible intervención del BCE ha tenido un impacto favorable en los mercados", explicó el ministro en Luxemburgo, "el Gobierno tomará la decisión [sobre la petición del rescate] teniendo en cuenta lo que es mejor para la economía española y para su entorno".

Otra consecuencia temida por Berlín es la de sentar un precedente con la compra de deuda española que anime a otros países a solicitar un tratamiento similar.

Eslovenia ya reclama ese tipo de asistencia financiera sin someterse al control del fondo de rescate o MEDE (Mecanismo Europeo de Estabilidad), requisito exigido por el BCE.

España, sin embargo, parece considerar inevitable seguir el camino marcado por el presidente del BCE, Mario Draghi, que pasa por presentar una solicitud al MEDE para recibir asistencia en el mercado de la deuda y lograr así la intervención del emisor. Fuentes españolas insisten, no obstante, en la posibilidad de que la solicitud del MEDE fuera meramente formal, sin llegar a utilizar sus recursos.

El objetivo, según Madrid, sería rebajar la prima de riesgo, sobre todo para facilitar la refinanciación de las empresas españolas, sin poner en peligro la reputación de los bonos españoles.

Pero las negociaciones para lograr esa intervención quirúrgica no parecen haber llegado todavía a su conclusión. Y al menos en público, Alemania no cedió ayer en Luxemburgo ni un ápice en cuanto al calendario y las modalidades del posible rescate español.

De nada sirvió, al menos en apariencia, el enésimo intento de España por dirigir el guión. La jugada consistió esta vez en reservarse hasta el último momento el visto bueno a la llamada tasa Tobin, un impuesto sobre las transacciones financieras impulsado por el Gobierno de Angela Merkel.

Pero Guindos acabó ratificando el apoyo español a la iniciativa, como ya había hecho en el Ecofin de junio. Y aunque el ministro envolvió en misterio el desenlace de ayer, "las bazas negociadoras hay que guardarlas hasta el último minuto", declaró, todo indica que su bloqueo de la tasa Tobin sirvió más bien de poco.

El apoyo de España permitió a la Comisión Europea anunciar por segunda vez en cuatro meses la puesta en marcha del impuesto sobre las transacciones financieras sin esperar al resto de socios de la UE. Bruselas ya logró en junio los nueve socios necesarios para seguir adelante. Pero el acuerdo se resquebrajó. Ayer se reeditó con el apoyo de Alemania, Francia, España, Italia, Bélgica, Grecia, Portugal, Austria, Eslovenia, Eslovaquia y Estonia.

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