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El tiempo para España no es gratis

La intensa actividad política que el Gobierno ha llevado a cabo para poner en marcha la operación de rescate de nuestra deuda soberana se saldó ayer con una aparente concesión -al menos en términos de plazos- a las directrices de Alemania. Todo apunta a que España ha aceptado en Luxemburgo, en el seno de la reunión de ministros de Economía y Finanzas de la UE (Ecofin), la tesis alemana de que la intervención del Banco Central Europeo en favor de la deuda española no puede gestionarse al modo de una isla, dado que se trata de una operación con implicaciones políticas, financieras y económicas sobre otros países de la UE. Madrid se ha comprometido así a aplazar su solicitud de ayuda hasta que esos riesgos colaterales -vistos con mucho recelo por Berlín- sean bien definidos y estén convenientemente previstos.

Pese a que el ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, trató de jugar ayer la carta del no respaldo español a la tasa Tobin -el impuesto sobre transacciones financieras que ha impulsado Alemania- en un intento de hacerse con el guion de la operación de rescate, el encuentro se cerró con el apoyo español a la tasa financiera y la incógnita de si Madrid habrá obtenido con ello algún rédito. En cualquier caso, ni la oposición férrea de Berlín al rescate español en estos momentos, sea o no en forma de intervención, ni las presuntas implicaciones que tendría sobre el resto de los países europeos constituyen una sorpresa.

Alemania teme, y probablemente teme con razón, que la ayuda a España tenga dos posibles efectos perniciosos. El primero, que afloje la presión sobre la prima de riesgo de otros países sin necesidad de que estos acometan reformas económicas; el segundo, que el caso español haga surgir más peticiones de rescate. En ese contexto, la aceptación de una solución global por parte de Madrid se explica desde la lógica política, pero no deja de tener sus riesgos y consecuencias.

El tiempo de España no es ni eterno ni gratuito. Como se recoge en el último informe de perspectivas del Fondo Monetario Internacional (FMI), la prima de riesgo de nuestro país está muy por encima de lo que justifican sus mimbres económicos, incluidos el déficit y la deuda del Gobierno, el crecimiento y la inflación. El organismo internacional cifra en unos 200 puntos básicos el nivel óptimo de equilibrio del diferencial, muy por debajo de los 435 que España soporta en la actualidad. Ello convierte en insostenible el coste que Madrid paga por financiarse en los mercados, una sangría financiera que afecta al conjunto de la economía y que hace obligado y urgente que se clarifiquen cuanto antes los tiempos de un rescate que no puede esperar mucho más.

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