Expansión necesaria hacia los mercados emergentes
La contribución positiva del sector exterior al PIB desde el inicio de la recesión ha servido para moderar los efectos negativos de este, que se ha caracterizado, principalmente, por un deterioro de los principales componentes de demanda interna. La mayor parte de los economistas coincidimos en señalar que la economía española necesita hacer un esfuerzo en potenciar las exportaciones, ya que los factores internos de crecimiento están muy mermados tras el último ciclo expansivo, que provocó un sobreendeudamiento privado, limitando el consumo e inversión privada de los próximos años, especialmente en el sector de la construcción.
Bajo este panorama de debilidad de la demanda interna, las exportaciones recobran protagonismo para liderar el proceso de recuperación y expansión económica futura. Es por ello que es importante identificar cuáles son los principales determinantes de las exportaciones españolas. Las estimaciones estadísticas confirman que el principal determinante de las ventas al exterior es la capacidad de crecimiento, es decir, el factor demanda, mientras que la competitividad en términos de precios relativos tiene un impacto temporal y menos significativo sobre las exportaciones. Estas conclusiones justifican por qué, desde la creación del área del euro, las exportaciones españolas han mantenido un crecimiento por encima de la media europea, mientras que se acumulaba una pérdida significativa de competitividad en precios, en torno al 10%.
Estas conclusiones nos muestran principalmente que la expansión del comercio exterior depende de la capacidad de crecimiento de nuestros socios comerciales. El mapa de las exportaciones españolas muestra cómo existe una elevada dependencia de los mercados europeos y economías desarrolladas. Los principales mercados de destino de las exportaciones españolas son la Unión Europea, con más del 65% del total, y EE UU, que representa entorno a un 4%. La presencia de las exportaciones españolas en economías emergentes es relativamente reducida, y solo en América Latina se ha establecido un canal de comercio sólido, que representa el 5,6% del total, mientras que las exportaciones a China, un 1,6% del total, o a los nuevos países industrializados de Asia, un 1,2%, representan un porcentaje muy reducido respecto al total de las exportaciones españolas.
La elevada dependencia de las exportaciones españolas a los mercados de las economías desarrolladas, que son mercados maduros y con un nivel de competencia elevado, merma las expectativas de crecimiento de las exportaciones de los próximos años. Adicionalmente a la escasa capacidad de ampliar la cuota de mercado en este tipo de mercados, la Unión Europea muy probablemente entrará en recesión en el próximo trimestre, al mismo tiempo que las expectativas para 2013 son de prácticamente estancamiento, dificultando en mayor medida, por la falta de demanda, la expansión de las exportaciones españolas.
Por tanto, aunque la economía española ha registrado mejoras significativas en términos de competitividad y productividad desde el inicio de la crisis, gracias a la contención salarial y al redimensionamiento del empleo en sectores intensivos en mano de obra, con unas ratios de productividad, y esto se traduzca en un mejor posicionamiento competitivo en el exterior, estas mejoras de competitividad tienen un impacto temporal y modesto sobre las exportaciones, y son los factores de demanda los que condicionarán en mayor medida la expansión del comercio exterior en el medio plazo.
Es por ello que el principal objetivo de la política de promoción económica se debe orientar a impulsar el mercado exterior, con especial atención a los mercados con mayor crecimiento potencial. Es decir, deberíamos animar al conjunto de empresas españolas a aventurarse a incrementar su cuota de mercado en las economías emergentes, que tendrán un mayor protagonismo en términos de crecimiento económico durante los próximos años.
La información disponible hasta junio de 2012 confirma esta evolución, es decir los flujos comerciales con los países del área del euro se han desacelerado con intensidad, incluso alcanzando registros negativos, mientras que las exportaciones a economías emergentes se han acelerado considerablemente, con China y los nuevos países industrializados de Asia a la cabeza. No obstante, el recorrido de expansión de las exportaciones españolas sigue siendo elevado, ya que tanto su exposición a estas economías emergentes como el peso de las exportaciones sobre el conjunto de la actividad económica siguen siendo reducidos en términos comparados con otras economías con mayor tradición exportadora, como EE UU, Alemania o Reino Unido.
Las expectativas del conjunto de la economía española se han tornado muy negativas y los ajustes fiscales necesarios aún limitan en mayor medida la recuperación de la inversión o el consumo internos, por lo que la expansión de las exportaciones es todavía más importante para garantizar que la contribución positiva del sector exterior modere los efectos negativos de la recesión actual.
Fran J. González. Economista del Servicio de Estudios de Catalunya Caixa