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Columna
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España e Italia han de actuar rápido

El plan de compra de bonos del Banco Central Europeo ha dado tiempo a España e Italia para estabilizar sus finanzas. Pero si no lo hacen, el mercado volverá a por ellos. Entonces será casi imposible trazar otro plan para rescatarlos y con ellos, a la moneda única.

La promesa de Mario Draghi a finales de julio de "hacer lo que sea" para proteger al euro ha tenido un gran impacto en los costes de financiación de Madrid y Roma. Los bonos a 10 años, que llegaron al 7,6% y al 6,6% unos días antes de que el presidente del BCE hiciera sus primeros comentarios, han caído hasta el 5,7% y el 5,1% en los últimos días.

La mayor parte de la caída vino antes de que Draghi anunciara el pasado jueves los detalles de cómo funcionará el plan. Lo que le hace poderoso es que no hay ningún límite a la cantidad de bonos soberanos que comprará en el mercado.

El cortafuegos es en teoría ilimitado, mientras que los fondos de rescate de la eurozona no tienen suficiente dinero para rescatar a España e Italia. Pero el nuevo modelo de intervención tiene tres importantes limitaciones.

La primera, que el BCE solo comprará los bonos de un país si su Gobierno acuerda un programa de rescate con la eurozona, y se ajusta a unas condiciones "estrictas". Segundo, el banco central se centrará en compras de bonos con un vencimiento de uno a tres años. Finalmente, Draghi no ha especificado cuánto quiere que bajen los costes de financiación de Madrid y Roma.

La letra pequeña quiere decir que no hay barra libre. Mientras que el BCE no parece soñar con nuevas reformas económicas para España e Italia, probablemente sí quiera que sus Gobiernos pongan plazos más precisos a lo que ya deben estar haciendo.

Mientras, su concentración en los bonos a corto plazo significa que tanto Madrid como Roma tendrían que encontrar alguna otra manera de emitir deuda a largo. Si pierden acceso a los mercados, los fondos de la eurozona tendrían que acudir al rescate. Pero seguirían sin tener el suficiente dinero para ambos países.

Además, sus costes de financiación siguen siendo demasiado altos como para relajarse. La justificación principal del BCE para comprar bonos es que están siendo castigados injustamente por los inversores ante el miedo a una ruptura del euro. Pero también reconoce que la diferencia entre los intereses de sus bonos y los de Alemania solo se debe en parte a ese riesgo de convertibilidad.

Si bien no hay ninguna medida específica contra ese riesgo de convertibilidad, parece que la mayor parte de ese riesgo ha desaparecido desde los comentarios de Draghi a finales de julio. Se calcula que el riesgo de ruptura del euro aún estaría inflando los rendimientos españoles en un punto porcentual y los italianos quizás en 0,75. Si el BCE usa estos números para guiar su programa de compra de deuda, los costes de financiación a 10 años podrían caer hasta el 4,7% y el 4,4% respectivamente. Para caer más, los países necesitarían tomar más medidas. Aunque los inversores son, hoy en día, relativamente optimistas , no son nada constantes. Rajoy y Monti deberían recordar el buen ambiente tras el billón de euros en préstamos baratos a los bancos de la eurozona y cómo se vino abajo con la primavera. Además, ambos encaran duros retos políticos que lanzaron a principios de año. Sus economías han caído este año y continuarán haciéndolo el año que viene.

Por todo ello, es vital que Rajoy y Monti no se relajen. Dando por hecho que el constitucional alemán dirá sí a la creación del Mecanismo Europeo de Estabilidad, el fondo de rescate permanente, el presidente español debería aplicar de inmediato un programa. Italia, un país rico, debería poder evitar un rescate. Pero para ello necesita recortar su deuda pública con un gran programa de privatizaciones y la creación de un impuesto a los ricos.

El BCE ha puesto su credibilidad en juego con su nuevo plan. El Bundesbank alemán lo ha atacado diciendo que está cerca de romper las disposiciones que impiden al BCE rescatar países. Por ahora, Draghi puede sobrellevar a los críticos, en tanto Angela Merkel le apoya. Pero si Rajoy y Monti no se mueven rápido, la magia del BCE desaparecerá. Y si su medicina fracasa, será difícil conjurar el deseo político por una pócima más poderosa.

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