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Mi toque personal. Telmo Rodríguez. Bodeguero

Pasión por el mar, los perfumes ligeros y el arte

Le presta poca atención a la moda y cuando compra una prenda busca calidad y que sea duradera

Reconoce que ha tenido una educación ecléctica que ha marcado su forma de entender la vida. Y de disfrutar de ella. Telmo Rodríguez, nacido en Irún hace 49 años, dirige la Compañía de Vinos Telmo Rodríguez y la bodega familiar Remelluri. Tiene una elegancia natural propia de los bodegueros de Burdeos, donde estudió Enología. "Gracias a la educación que he recibido he podido disfrutar del arte, además mi abuelo era pintor. La pintura y el vino están muy relacionados, y eso es lo que buscamos también con el proyecto de la revista Matador", explica.

En cuestiones de moda lo tiene claro: "Mi estilo es clásico, pero me gusta, por ejemplo, que el zapato sea bueno, de calidad, duradero". Admira las profesiones con oficio, como el zapatero, el sastre, la camisería. "En ese sentido, en Italia son admirables porque no se pierde ninguna tradición. Es bueno que la gente recupere oficios".

Disfruta de la vida y de su profesión pero no se obsesiona por el trabajo. "Me encanta lo que hago, pero no soy un enfermo ni estoy enganchado. Creo que hay que saber disfrutar y sobre todo saber desconectar", explica. Entre sus compras pendientes tiene la de unos buenos catalejos, "para ver cosas increíbles".

"Me parece admirable que la gente recupere oficios"

Asturias. A pesar de sus orígenes vascos, le fascina Asturias y la playa de San Martín en Celorio. "Me encanta las playas, la sidra, los prados que llegan al mar".

Hotel Atrio. Este hotel de Cáceres, diseñado por los arquitectos Tuñón y Mansilla, es uno de los lugares a los que recomienda ir. "Es una obra arquitectónica importante, tiene una gran bodega, buena gastronomía, aunque que quedo con el trato humano".

Vino Si tiene que elegir un vino, no lo duda, cita los de Romanée Conti, probablemente la bodega más deseada del mundo. Y si acota un poco más, opta por el blanco Montrachet.

Lectura obligada. Ha leído unas cinco veces en su vida la obra Los pilotos de altura, de Pío Baroja. "Debería ser de obligada lectura para todos", señala. Baroja narra las aventuras de un marino sin escrúpulos dedicado al comercio de esclavos. Entre sus múltiples facetas e inquietudes, dirige el proyecto del vino en la revista Matador, "es una forma de relacionar a los artistas con la viticultura, una manera de buscar la libertad a través del arte".

Surf. Su pasión es el mar, "por eso entiendo Madrid la ciudad en la que vive como un destierro, un sacrificio". Es surfero y siempre lleva en el maletero de su coche todos los "trastos" para practicar esta afición. Suele ir a buscar olas a Mundaka (País Vasco) y también a Asturias. Le gusta navegar a vela. "El mar me vuelve loco".

Hermés. Le atrae el mundo del perfume. "He conocido a un par de narices de este sector y es complejo, muy atractivo". Se queda con Eau de Orange de Hermés y con los de hombre de Carolina Herrera. "Me gusta que sean naturales, aéreos, ligeros; y no me gustan los amaderados".

Dos caballos. Considera los coches meros instrumentos. "No me importan nada y si me tengo que quedar con uno es con el clásico Citroën 2CV. Tengo la intención de comprarme uno".

Apple. Es una marca muy atractiva, asegura el bodeguero. Confiesa que es poco tecnológico, "lo justo para sobrevivir". Admira todos los aparatos tecnológicos de la firma, que encumbró Steve Jobs, por ser "herramientas útiles y fáciles de usar por todos".

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