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Columna
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Estados Unidos y la austeridad europea

Los líderes de EE UU podrían reparar en los errores de la austeridad europea. Ello ayudaría a Barack Obama y a Mitt Romney a afrontar una deuda de más de 16 billones de dólares. Esperar mucho podría dar a los inversores tiempo para hacer otra elección.

Europa ha estado haciendo frente a dos tipos de presupuestos fallidos. Grecia, Portugal e Irlanda necesitaron agresivas reformas fiscales para intentar parar la deriva hacia la quiebra. Gran Bretaña personifica la austeridad suave. Allí, la producción económica debería permanecer por debajo del endeudamiento nacional. Pero para evitar el destino de sus vecinos, el primer ministro David Cameron buscó la reforma fiscal hace dos años. Con la convención demócrata en pleno auge, escuchar a los políticos europeos debería ser primordial. Pese a que los pronósticos varían, el FMI cree que la deuda bruta en relación al PIB de EE UU llegará al 110% el próximo año. Sin embargo, los rendimientos de los bonos en algunos países europeos con problemas se han disparado, mientras que el estatus del dólar como moneda de reserva mantuvo bajos los rendimientos del Tesoro americano. Los intereses del bono americano a 10 años han caído en tres puntos porcentuales desde 2007. Algo que podría acabar si continúan viviendo por encima de sus posibilidades.

Hay dudas en EE UU sobre cómo ajustar el cinturón. Una cuarta parte de los recortes del déficit en Reino Unido provienen de aumentar impuestos. Mientras que los republicanos rechazarían una solución basada en el aumento de los ingresos, hasta los partidos de centroderecha europeos dudan de que puedan esquivarla. Gran Bretaña anticipó una subida del IVA. Eso le quita el dinero al sector privado y desalienta el consumo. En EE UU, donde el gasto del consumidor representa casi las tres cuartas partes del PIB, un golpe así al crecimiento podría llevar al país a la recesión. Los políticos británicos ya sienten el dolor de la austeridad, aunque dicen que los ciudadanos entienden los sacrificios. Los políticos americanos necesitan una audacia similar.

Por Daniel Indiviglio

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