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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Draghi señala el camino del rescate blando

Tal y como estaba previsto, el Banco Central Europeo (BCE) aprobó ayer el programa de compra de deuda destinado a aflojar la asfixiante soga que ejercen los mercados sobre las primas de riesgo de España e Italia. No hubo grandes sorpresas en el guion seguido por Mario Draghi. La ayuda extraordinaria del BCE -en forma de compras ilimitadas de deuda a corto plazo en el mercado secundario- está supeditada a dos condiciones. La primera, que Madrid y Roma soliciten formalmente una intervención parcial a los fondos de rescate; la segunda, que esta vaya acompañada de un ajuste macroeconómico cuyo cumplimiento será controlado de forma trimestral por la troika (BCE, UE y FMI).

La fórmula mágica utilizada por Draghi para asegurar que este plan de rescate blando no se traducirá en una ralentización de los programas de reformas en España e Italia se resume en dos palabras: "Condicionalidad estricta". Con ella, el BCE trata de satisfacer a una Alemania preocupada por la posibilidad de que la ayuda financiera debilite la ola de austeridad que cubre Europa. Draghi ha diseñado la intervención del BCE a prueba de inflación. El programa incluye la compra de bonos de hasta tres años y sin límite de cantidad. Además, las adquisiciones se publicarán semanalmente y la liquidez que introduzcan en el sistema será esterilizada, lo que implica que no aumentará el dinero en circulación, del que el BCE retirará una cantidad similar a la que use. El italiano cumple su promesa de combatir de forma contundente el incendio de deuda soberana y apuesta al tiempo por mitigar los temores inflacionistas de Berlín. Pese a ello, la decisión del BCE ha salido adelante con el voto en contra de un Bundesbank cuyo presidente -Jens Weidmann- volvía ayer a manifestar con la claridad acostumbrada su oposición a la intervención, al identificar las compras con "algo muy próximo a financiar a los Gobiernos imprimiendo dinero".

Una vez puestas las condiciones sobre la mesa, tanto España como Italia deberán decidir si solicitan la ayuda al fondo de rescate. Mariano Rajoy, que ayer recibía en Madrid a la canciller alemana, Angela Merkel, en el marco de la cumbre hispano-germana, no ha anunciado todavía cuál será la decisión del Gobierno y ha supeditado de nuevo la respuesta a un estudio detallado de las condiciones de Draghi. En cualquier caso, no es ningún secreto que antes o después España necesitará dotarse de un dique de abrigo lo suficientemente sólido como para poder concentrarse en la doble tarea de cumplir con el objetivo de déficit fiscal y sentar las bases de la reactivación económica. Como reconocía ayer Merkel, con un tono mucho más animoso y positivo que en anteriores ocasiones, España ha emprendido el camino correcto en materia de reformas, pero es necesario seguir adelante con ellas. Para poder avanzar en esa hoja de ruta resulta vital reducir la pesada carga que nuestro país soporta en estos momentos para financiarse en los mercados. Un lastre que consume de forma voraz los esfuerzos destinados a lograr el equilibrio presupuestario, pero también los escasos recursos que podrían emplearse en estimular el crecimiento. Romper ese círculo vicioso es sin lugar a dudas la tarea más urgente que Rajoy tiene ante sí en estos momentos.

El cambio de discurso de Angela Merkel supone una buena noticia para España y un apoyo importante a la gestión del Gobierno. Un respaldo que escenifica, además, una ruptura política entre quienes se oponen en Berlín a prestar ayuda financiera a los socios rezagados de la zona euro -con el Bundesbank y su presidente a la cabeza- y una canciller que ha optado por el realismo pragmático. "Alemania sola no puede hacer nada", reiteraba ayer Merkel con aire europeísta en su intervención en la cumbre hispano-alemana. La factura que está pasando a la economía germana el estancamiento de varios de sus socios europeos tiene mucho que ver con la flexibilización de un discurso político que, desde que comenzó la crisis, se ha caracterizado por su austeridad y su firmeza. El respaldo explícito de Berlín a la política española de reformas constituye uno de los grandes frutos de la cumbre hispano-alemana que Merkel y Rajoy celebraron ayer en Madrid.

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