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Tribuna
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Del IVA y de sus tópicos

Las sociedades modernas, vistas las experiencias históricas recientes, saben que cuando las economías de los países entran en dificultades no crecen, lo que supone la inevitable caída de los ingresos públicos, y los gobiernos toman medidas sencillas, sin muchas complicaciones técnicas: incrementar la recaudación tributaria por la vía de la subida de los tributos, ya sea elevando las tasas -o creando alguna nueva- los tipos impositivos de los impuestos o rebajando sus deducciones.

Y como es evidente, la subida de impuestos se centra en aquellos que aportan más recursos a las arcas públicas, es decir, los que con un ligero incremento de los tipos provocan un aumento significativo de la recaudación, como son el IRPF, el Impuesto sobre Sociedades o el IVA, sin olvidarnos de los impuestos especiales. Y como la crisis no respeta ni colores ni banderas, incluso aquellos gobernantes que no creen en la subida de impuestos se apuntan al carro de lo pragmático, dejando de lado sus principios ideológicos.

Las sociedades modernas también saben, por esas mismas experiencias históricas recientes, que el verano es época propicia para la subida de impuestos por aquello de que con el buen tiempo todo es más llevadero y los contratiempos económicos más asumibles. Por eso, siempre se espera al estío para subir el IVA, recuerden que la última subida de este impuesto fue en julio de 2010. Esta vez el incremento de los tipos ha sido de más envergadura, y como todos ya saben, se pasa del 8% al 10% y del 18% al 21%, además de la sorpresa que se han llevado algunos sectores que han visto como sus tipos saltan de golpe del 8% al 21%, unas subidas más que considerables teniendo en cuenta como se está comportando el consumo, la demanda interna, en nuestro país: claramente a la baja. Pero como ha dicho el sr. Rajoy "las circunstancias mandan".

La subida de los tipos en este impuesto siempre me sugiere lo mismo, tópicos y más tópicos, en este caso veraniegos, y me lleva a analizar tres aspectos: los técnicos, los efectos sobre los beneficios de los empresarios y los efectos sobre la recaudación.

En relación con los aspectos técnicos, ya sabemos que los tipos impositivos se aplican en el momento del devengo de las operaciones, que en la entrega de bienes es cuando estos se entregan y los servicios cuando se prestan, y para evitar la subida de estos tipos lo único que se puede hacer es adquirir los bienes o los servicios de manera anticipada, es decir pagándolos antes de su recepción. Claro que esto es interesante en el caso de bienes o servicios de cierto valor, como por ejemplo un coche, que si lo pagamos antes del 1 de septiembre nos ahorraríamos un tres por ciento, estamos hablando, claro está, como consumidores finales. Este ahorro es menos plausible en el caso de ciertos servicios. Se me antoja ciertamente ridículo acercarme hasta mi peluquero y sugerirle el pago anticipado de mis próximos 15 cortes de pelo, o presentarme en mi discoteca habitual para pagarle anticipadamente la entrada de los próximos meses.

Aunque todo es posible. Con lo que me ahorraría por pagar anticipadamente algunos bienes tendría para tomarme algún que otro gin-tonic. Si nos referimos a los beneficios empresariales observamos como algunas compañías y empresarios han anunciado que no van a trasladar el incremento de tipos a los precios de sus productos. Esto implicará que sus beneficios empresariales mermarán en los importes no repercutidos vía precios, otra cuestión será que esos menores beneficios los trasladen a sus proveedores; lo que sí está claro es que los que asuman estos incrementos de precios perderán en favor de las arcas públicas, en favor de todos….

Otra cuestión será qué efectos tendrá esta subida de tipos en el consumo y por tanto en la recaudación que el Estado obtendrá por ello. Todo presagia una caída del consumo, dado que todas las subidas de impuestos afectan a la renta disponible las familias. A mí lo que me gustaría es que la recaudación tributaria se desbordase, ello significaría que la economía se estaría recuperando, que las empresas españolas estarían ganando cuotas de mercado. Pero ese es un cantar, me temo, de veranos futuros.

Esta nueva etapa que se abre a partir de septiembre va a suponer una nueva reordenación en nuestra economía. Por un lado, los consumidores que racionalizarán sus compras y, por otro, las empresas que se tendrán que adaptar a unas condiciones de mercado más exigentes lo que les obligará a una organización más eficiente y alcanzar una mayor productividad de sus recursos. Es lo que se palpa en el ambiente. Queda poco para que acabe el verano, y con ello los tópicos que manejamos en relación con esta época del año. El agua en el norte ha estado más templada de lo habitual, agosto vino muy bien y disfrutamos de lo lindo en la playa, las fiestas de los pueblos estuvieron muy concurridas y la familia bien, gracias. Tópicos y más tópicos.

Jesús Sanmartín Mariñas. Presidente del REAF, del Consejo General de Colegios de Economistas

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