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Rafael del Pino

Propietario y guía

El presidente de Ferrovial tiene fama de trabajar más horas que nadie. Es riguroso, solvente y exigente con su equipo

El destino de Rafael del Pino Calvo-Sotelo (Madrid, 1958) apuntaba alto desde antes de estrenarse en el mercado laboral. Cuando cumplió la veintena era ya el hijo de un próspero empresario y estaba a punto de convertirse en el sobrino del presidente del Gobierno. Se dice en el sector que, pese a haber heredado la presidencia de Ferrovial, Rafael del Pino ha hecho a lo largo de su vida suficientes méritos como para haberse ganado el puesto apellidándose de cualquier forma.

El actual presidente del grupo conoce la empresa desde pequeño. Su padre tuvo claro desde el momento en que creó Ferrovial que si se quería llegar lejos había que abrirse al mercado internacional. Fue, de hecho, de los primeros en comprar maquinaria alemana para la construcción.

Tal era el interés del fundador del grupo en darle peso a la división internacional que puso allí a su hijo desde el principio. No en vano, era de los pocos que hablaban inglés en ese momento en la empresa (es ingeniero de Caminos, Puentes y Canales por la Politécnica de Madrid, pero tiene un MBA por la Sloan School of Management del MIT). Desde esa posición, el joven Rafael iría ganando rápidamente peso en la compañía y fogueándose en el sector. Su carrera en el grupo familiar culminaría cuando acepta el cargo de consejero delegado (1992) y, siete años más tarde, la presidencia ejecutiva.

Dicen quienes han trabajado con él que Del Pino es un apasionado de su profesión, lo que le lleva a dedicarle al trabajo más horas que nadie. Tiene fama de ser un ejecutivo muy solvente y estricto, y de que exige esas mismas cualidades a sus subordinados.

Desde que ocupa la cúspide de la pirámide de mando de la compañía, siempre ha tenido un consejero delegado. No obstante, su perfil es muy ejecutivo: todos los asuntos mínimamente relevantes pasan por sus manos.

Tiene en su haber el mérito de haber sabido redirigir los esfuerzos de la compañía del sector inmobiliario a las concesiones y la gestión aeroportuaria antes de que pinchase la burbuja del ladrillo, anticipándose a buena parte de los problemas que han acuciado al sector en los últimos años. También fue el responsable de la exitosa salida a Bolsa de Cintra y de su posterior fusión con el grupo matriz, movimiento defensivo ante la crisis. El tiempo ha demostrado que Ferrovial ha superado los envites del parqué, muy convulso en los últimos años, mejor que otros.

En los últimos tiempos, fiel a la filosofía de la que bebe la compañía, Del Pino se prodiga más en foros internacionales que en los españoles. Es un asistente habitual al Foro de Davos y ha sido recientemente invitado por la Cámara de Comercio de Estados Unidos al XVI Foro España-EE UU. Sus relaciones son muy fluidas en Reino Unido (en su álbum de fotos labrado en los últimos años se le puede ver con el príncipe Carlos y con varios primeros ministros), país en el que su compañía está muy presente.

Para su tiempo libre, Del Pino es siempre partidario de los viajes (África es un continente que le fascina) y los deportes de aventura.

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