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Dispara la presión sobre España e Italia al condicionar futuras compras de deuda a la petición previa de ayuda al fondo de rescate

El BCE renuncia a actuar de emergencia y delega en los Gobiernos del euro

El BCE se despojó ayer del papel de salvavidas de último recurso desempeñado hasta ahora y dejó en manos de los Gobiernos del euro la responsabilidad de la solución de la crisis. Condicionó futuras compras de deuda a que los países en dificultades pidan primero la ayuda al fondo de rescate, con el consiguiente compromiso con los ajustes. Su mensaje devolvió la presión sobre España: el Ibex cayó el 5,16% y el bono se disparó al 7,16%.

El BCE renuncia a actuar de emergencia y delega en los Gobiernos del euro
El BCE renuncia a actuar de emergencia y delega en los Gobiernos del euroBLOOMBERG

El Banco Central Europeo dejó ayer a España a su suerte. Su presidente, Mario Draghi, se había comprometido la semana pasada en Londres a hacer todo lo necesario por preservar la estabilidad del euro, en un momento en que la deuda española cotizaba a niveles insoportables, propios de un preludio de rescate. Aquellas palabras se interpretaron como la voluntad firme del BCE de sofocar el incendio con nuevas medidas extraordinarias y, en especial, con la compra de deuda en el mercado, la acción más determinante para frenar las ventas por parte de los inversores. Sin embargo, todas las expectativas se derrumbaron ayer estrepitosamente y Draghi, lejos de sofocar las llamas, ha avivado todavía más el incendio.

El BCE desterró ayer cualquier esperanza de acudir de forma preventiva en auxilio de los países en graves dificultades para financiarse en el mercado. Hasta ahora había recurrido a fórmulas que, si bien se han demostrado insuficientes para contener la marea de desconfianza hacia la deuda soberana de la periferia europea, habían servido para ganar tiempo frente al acoso vendedor. En el inicio de la crisis griega y con Jean-Claude Trichet al frente de la institución, el BCE recurrió a la compra de deuda como medida de contención y tras la crisis del verano pasado, que comenzó a poner en el disparadero a España e Italia -ya pesos pesados de la zona euro- echó mano de dos subastas ilimitadas de liquidez a tres años, con las que inyectó más de un billón de euros a la banca. Pero, en lo que se interpreta con un triunfo de la ortodoxia del Bundesbank, Draghi renunció ayer a ejercer de bálsamo para las heridas y delegó todo el peso de las ayudas a España e Italia en el fondo de rescate europeo. Así, sin negar que vaya a realizar compras de deuda en el mercado, las condicionó a que los países en apuros soliciten la ayuda bien a la Facilidad Europea de Estabilidad Financiera (FEEF) o al Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), heredero del primero y que aún tiene pendiente su entrada en vigor. En la práctica, esto significa -y así lo interpretó ayer el mercado- que el BCE solo intervendrá a posteriori, cuando una presión insostenible sobre la deuda de un país le fuerce a solicitar el auxilio, aunque sea parcial, de sus socios europeos.

"La decepción es total. Con las palabras pronunciadas la semana pasada, Draghi se había echado sobre sus espaldas la toma de una decisión muy decidida. Pero de su discurso de hoy se deduce que el que quiera ayuda, ha de pedir primero el rescate. Es dejar a España a los pies de los caballos", resume Miguel Ángel Bernal, profesor del IEB.

La tesis del Bundesbank se impone en el Banco Central Europeo

El mensaje de ayer del BCE, que dejó sin cambios los tipos de interés en el 0,75%, dejó claro cuál será el reparto de papeles entre la institución y el fondo de rescate en la presente crisis. Una vez formulada la petición de ayuda, el BCE comprará deuda en el mercado secundario -con prioridad sobre los plazos cortos, como fórmula con la que seguir presionando a los Gobiernos en sus ajustes-, mientras que el fondo de rescate daría apoyo a las emisiones de deuda de los tesoros, aunque no más allá del 50% del importe de la colocación y en condiciones de precio de mercado. "El BCE no puede sustituir a los Gobiernos... El Banco Central no puede resolver los problemas políticos", defendió ayer Draghi.

El presidente del BCE quitó hierro a la gran expectativa que habían creado sus palabras de la semana pasada y argumentó que la institución no se saldrá de su mandato. En la práctica, asume la tesis defendida desde el principio por el Bundesbank, opuesto a una compra de bonos que pueda llevar a los Gobiernos a descuidar sus objetivos de austeridad. De hecho, el presidente del BCE reconoció que el banco central alemán volvió a mostrar ayer sus reservas hacia la compra de deuda y sugirió que lo debatido ayer no despertó el consenso unánime. "Queremos reparar los canales de transmisión de la política monetaria. Pero sabemos también que la política monetaria no es suficiente si no hay actuación de los Gobiernos", insistió.

Tras desmarcarse del papel desempeñado hasta ahora como muro de contención para la deuda soberana, el Banco Central Europeo evitó también precisar qué medidas abordará. "Los diversos comités analizarán las medidas de políticas no estándar y después decidiremos qué hacer, pero aún ningún país ha solicitado la ayuda del FEEF. Daremos detalles sobre la guía a seguir en las próximas semanas. No es necesario ser más específico", añadió.

Decepción total del mercado

La respuesta del mercado fue de total decepción y activó las ventas sobre la deuda soberana española e italiana y en sus respectivos mercados bursátiles. Madrid cerró con una caída del 5,16%, hasta los 6.373,40 puntos y Milán perdió el 4,64%, contagiando los números rojos al resto de Bolsas europeas, si bien en menor medida.

La deuda soberana volvió a sufrir y la prima de riesgo española se disparó a 593,7 puntos, con un alza de casi 60 puntos y la rentabilidad del bono de nuevo sobre el 7%. La presión fue algo menor en los plazos más cortos, con el bono a dos años casi sin cambios en el 4,83% y el tres años, en el 5,769%. En Italia, la prima de riesgo volvió a colocarse sobre los 500 puntos básicos, en 510, y el bono a diez años rebasó una vez más el 6%, al subir al 6,327%.

Las cifras

593,7 puntos básicos es el nivel al que repuntó ayer la prima de riesgo, con un avance de 57 puntos tras el mensaje del BCE.7,165% es la rentabilidad a la que se disparó el bono español a diez años, desde el 6,732% de la víspera. La presión en los plazos más cortos fue inferior.5,16% es el derrumbe que las palabras de Draghi causaron en el Ibex 35, que cerró en los 6.373,4 puntos. Se anotó la mayor caída de Europa.

Los mensajes

IRREVERSIBILIDAD DE LA DIVISA EUROPEA Aun a riesgo de parecer retórico, y sin concretar nuevas medidas de apoyo, Mario Draghi insistió en que el proyecto del euro es irreversible y en que no tiene sentido lanzar ataques contra la divisa europea. Interrogado sobre el significado pleno de su mensaje, respondió que simplemente no hay lugar para el regreso a la lira o al dracma.RENUNCIA A ASUMIR QUITAS EN SU BALANCE El presidente del BCE avanzó uno de los mensajes más esperados por los inversores, el de su voluntad de revisar la condición por la que la deuda soberana en el balance de la institución no está sujeta a pérdidas, como quedó demostrado con la quita griega. Fue uno de los pocos mensajes positivos para el mercado ya que, de cara a futuras compras de deuda, el BCE quedaría en igualdad de condiciones que el resto de inversores privados, lo que puede dar más efectividad a la adopción de esta medida.NO ES TIEMPO PARA OTRO RECORTE DE TIPOS Mario Draghi reconoció que el consejo del BCE debatió ayer la posibilidad de un nuevo recorte de tipos, sobre el decidido ya en la reunión de julio, que dejó el precio del dinero en el 0,75%. Sin embargo, se acordó que no es momento para tal decisión.COMPROMISO CON LA ESTABILIDAD DE PRECIOS El mensaje lanzado ayer desde el BCE insistió de nuevo en el compromiso de la institución con el control de la inflación y en no ir más allá de su mandato, si bien quedó abierta la puerta a una renuncia a neutralizar el impacto de las compras de deuda para hacerlas más efectivas. Así, el BCE ha estado drenando del sistema cantidades equivalentes a las compras de deuda con tal de controlar la inflación.

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