La cumbre de todos contra Merkel
Hollande, Monti, Rajoy. La inesperada alianza de un socialista, un tecnócrata y un conservador obliga a Berlín a aceptar la compra de deuda y la recapitalización directa de la banca. ¿Llegará a tiempo la ofensiva para salvar a España e Italia?
Por primera vez en dos años y medio de crisis de la deuda, la cumbre europea del jueves y viernes en Bruselas terminó con una Angela Merkel acorralada por las grandes potencias económicas de la zona euro. Y aunque la canciller alemana logró resolverse y defender buena parte de sus posiciones, la tensísima reunión dejó claro que las reglas del juego se han transformado.
Y en una significativa cesión hacia la creación de un verdadero blindaje de la Unión Monetaria, Merkel suscribió, a las cuatro de la madrugada del viernes, un acuerdo para que los fondos de rescate intervengan en los mercados de deuda sin necesidad de someter a los países beneficiados a un programa de la troika. Y aceptó la posibilidad, aunque sea a largo plazo, de inyectar capital directamente en el sector financiero sin pasar por los Estados.
En ambos casos se trata de concesiones muy medidas, que no satisfacen por completo las demandas de España e Italia, los dos países que han visto sus primas de riesgo dispararse como consecuencia, en parte, de la inestabilidad de la zona euro. La prueba más evidente es que tanto el primer ministro italiano, Mario Monti, como el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, descartaron de manera inmediata una petición al fondo de rescate para que empiece a comprar su depreciada deuda.
Alemania y Estados Unidos deben arrimar el hombro, a juicio de los expertos
"Pues no", zanjó Rajoy en la rueda de prensa posterior a la cumbre, "la verdad es que no nos planteamos nada en ese sentido". El abatido lenguaje corporal de Rajoy revelaba que su presunta victoria sobre Merkel estaba muy lejos de ser completa. "La cumbre ha dado una respuesta (...) pero tenemos que seguir trabajando y queda mucho camino", reconoció tras la maratoniana negociación.
Rajoy no logró la deseada intervención del Banco Central Europeo para aliviar la prima de riesgo de la deuda española. Y tampoco prosperó la propuesta de Monti para que el fondo de rescate compre deuda de un país "cumplidor" tan pronto como sus tipos de interés superen cierto umbral.
Pero la rebelión de Madrid y Roma indica al menos que la configuración de fuerzas en el seno de la zona euro empieza a desafiar la autoridad de Berlín.
El cambio llegó marcado, como cabía esperar, por el nuevo presidente francés, François Hollande, quien en su primera cumbre oficial hizo trizas la alianza exclusiva y excluyente que Nicolas Sarkozy cultivaba con Berlín. Pero contra todo pronóstico, la ruptura con el Antiguo Régimen la provocaron el primer ministro italiano y el presidente del Gobierno español. Ambos eran hasta hace poco los aliados naturales de Berlín. La alianza, sin embargo, no ha resistido a la aparente indiferencia de Merkel ante el brutal castigo de los mercados a la deuda española e italiana.
Monti y Rajoy se plantaron la madrugada del jueves al viernes ante una canciller que condenaba al primero a la probable caída de su Gobierno y al segundo a un inevitable rescate completo. Tanto uno como otro exigieron una intervención contundente e inmediata de la zona euro para devolver los tipos de interés de sus deudas respectivas a un nivel sostenible. Y ante la negativa de una Alemania secundada por Holanda y Finlandia, no dudaron en tomar como rehén el llamado Pacto del Crecimiento, un brindis de 120.000 millones de euros en inversión europea que Merkel pretendía convertir en la única aportación del nuevo sesgo económico marcado por París.
Hollande apoyó la ofensiva de Monti y Rajoy a pesar de que el Pacto por el Crecimiento también era en gran parte suya. "Entiendo la impaciencia de España e Italia, que necesitan una solución global, no parcial", señaló el presidente francés.
Hollande, en un gesto de aparente deslealtad hacia Berlín, reconoció que estaba al tanto de la intención de Monti y Rajoy de bloquear el plan, a sabiendas de que Merkel contaba con su aprobación para lograr el viernes en el Bundestag el respaldo de la posición socialista a su ansiado Pacto de la Austeridad (que impone el equilibrio presupuestario en toda la zona euro).
La estrategia italo-española resultó tan inusual como arriesgada. España e Italia rara vez se enrocan en las negociaciones comunitarias. Pero tal vez Merkel cometió el error de no medir la desesperación de sus homólogos meridionales.
El Gobierno de Monti se tambalea ante una crisis que golpea cada vez más fuerte a su país. Y el de Rajoy, aunque mucho más estable, se enfrenta a una preocupante sequía en la financiación del sector público y privado, como clamó el propio presidente del Gobierno horas antes del comienzo de la cumbre en Bruselas.
La indiferencia de Berlín ante esos problemas provocó un contraataque casi suicida que puso la cumbre a un paso del fracaso y la zona euro al borde de otro sonoro batacazo. "Nuestro principal objetivo era preservar el euro", justificó Rajoy su actitud. Y tras mostrarse convencido de que la moneda única sale reforzada, quitó importancia al rifirrafe de la noche anterior. "Son asuntos menores", se sacudió las preguntas al respecto. Pero el choque de esta semana podría haber dejado heridas difíciles de cicatrizar.
La grieta entre París y Berlín parece cada vez más insalvable y augura un año de parálisis, como poco, y enfrentamiento, como mucho, hasta que Alemania celebre elecciones generales en 2013.
Merkel también parece haber perdido su ascendiente sobre Monti, que relevó a Silvio Berlusconi gracias al indisimulado apoyo del dúo Merkozi. La canciller y el tecnócrata tuvieron que reunirse hasta 10 veces durante la cumbre para intentar limar sus diferencias. Y tampoco Rajoy parece ya beber los vientos por un correligionaria alemana que parece dejare a merced de los mercados.
El peligro ahora es que una Merkel acorralada y con reválida electoral a la vista reaccione tan a la desesperada como Mario Monti y Mariano Rajoy la noche del 29-J.
Tipos por debajo del 1%. Estímulos de inversión y del BCE
Los jefes de Estado de los Veintisiete finalmente aprobaron el plan de inversión para reactivar el crecimiento y el empleo por valor de 120.000 millones de euros, el 1% del PIB de la UE. Un plan que se acordó en la reunión celebrada la semana pasada en Roma por los líderes de Alemania (Merkel), Francia (Hollande), Italia (Monti) y España (Rajoy). Estímulos a la inversión que se prevé que se vean complementados el próximo jueves con una rebaja de tipos de interés del BCE.El plan de estímulo al crecimiento se financiará por tres vías. Unos 55.000 millones de euros los aportará el remanente de los fondos estructurales para el periodo 2006-2013, ya presupuestados. El grueso, unos 60.000 millones de euros, provendrán de la capacidad de financiación adicional del Banco Europeo de Inversiones entre 2013 y 2017 para lo que habrá que hacer una ampliación de capital de 10.000 millones. La tercera vía serán los llamados bonos para proyectos, una opción que consiste en utilizar los fondos estructurales ya presupuestados como capital semilla para atraer capital privado.Pasos que abren el camino para que el BCE mueve ficha el jueves. El mercado prevé que baje los tipos por debajo del 1% por primera vez en la historia.
No habrá acreedor preferente. Recapitalización directa a la banca
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, regresó de la cumbre de Bruselas con una victoria pírrica y un triunfo difícil de cuantificar. La primera consistió en que los 17 líderes de la zona euro reconociesen por fin en un comunicado que "es imperativo romper el círculo vicioso entre bancos y emisores soberanos". El Gobierno español lleva meses defendiendo esa tesis, pero no ha logrado librarse de un rescate a la banca (de hasta 100.000 millones de euros) que lastrará peligrosamente sus cuentas públicas.El Eurogrupo acepta ahora que en el futuro esa recapitalización podrá hacerse directamente sin pasar por el Estado. Pero fija dos requisitos previos: que entre en vigor el nuevo fondo de rescate, todavía pendiente de ratificación en varios países; y que la zona euro se dote de un supervisor único para el sector financiero, un proyecto que, según reconoce un alto cargo comunitario, "podría tardar años en materializarse". Un plazo demasiado largo para que se pueda cambiar el rescate de la banca española.La otra victoria de Rajoy podría concretarse antes. Se trata de la eliminación del estatus de acreedor preferente del fondo de rescate permanente (MEDE) si la ayuda a la banca española se continua a través de él cuando entre en vigor.
España e Italia, candidatos. Compra de deuda sin más exigencias
La cumbre de la zona euro, celebrada en la madrugada del jueves al viernes, acordó flexibilizar las normas de los fondos de rescate (el temporal o FEEF y el permanente o MEDE) para que puedan intervenir en los mercados de deuda sin necesidad de someter a los países con problemas de financiación a un programa de la troika (integrada por la CE, BCE y FMI).El acuerdo debería concretarse en la reunión de ministros de Economía de la zona euro del próximo 9 de julio. Pero ya se ha decidido que la compra de deuda no supondrá para los países nuevas condiciones macroeconómicas, aunque sí el cumplimiento a rajatabla y con un calendario de las recomendaciones dictadas por la Comisión Europea. En el caso de España serían, por ejemplo, la ampliación de la base imponible del IVA o el endurecimiento de las condiciones de acceso al subsidio del paro. El país en cuestión deberá suscribir un Memorándum, lo que no parece satisfacer ni a Italia ni a España.Curiosamente, el país que salió mejor parado de la cumbre fue Irlanda, cuyo programa de rescate será revisado y previsiblemente suavizado en las próximas semanas. Dublín lo ha logrado a rebufo de la batalla de Madrid y Roma, sin enfrentarse a Alemania.