Movilizando los inmuebles
Con los mercados financieros al borde de la esquizofrenia, las noticias sobre la economía española y la situación de nuestros bancos se suceden sin demasiada coherencia. Los 60.000 millones de euros de necesidad de capital estimados por las auditoras saben a poco a algunos expertos, quizás no sin razón si tenemos en cuenta las históricas cifras de morosidad crediticia y el ritmo al que los bancos acumulan inmuebles. Sin embargo, el legendario tiburón de Wall Street Donald Trump prestigiaba unos días atrás el mercado inmobiliario español, destacando la gran oportunidad que representa para los inversores americanos.
Las declaraciones de Trump nos recuerdan la asignatura pendiente en las incesantes reformas del Gobierno: el estímulo a la compra de inmuebles por parte del amplio capital extranjero. Las sucesivas medidas financieras se han centrado en la corrección del valor de los inmuebles en las carteras de los bancos para favorecer así su venta. Sin embargo, no se han tomado medidas para estimular las compras, más allá de la reducción del IVA y la reintroducción de la deducción por vivienda en el IRPF, ventajas fiscales poco relevantes para los extranjeros.
Mientras la prensa de la City no ceja en sus críticas a España, son muchos los fondos británicos que están comprando paquetes de inmuebles de los bancos españoles, lo cual demuestra tanto la confianza en el sector como la paulatina corrección en las valoraciones. El ritmo de rebaja en los precios es para muchos demasiado lento, pero se está produciendo. Los fondos no solo adquieren oficinas y hoteles -uno de los segmentos inmobiliarios estrella por el dinámico turismo extranjero-, sino que también se atreven con las viviendas.
El stock de viviendas en España es ciertamente descomunal, pero su calidad de construcción y situación están fuera de toda duda, pues no es lo mismo una promoción en la costa española que en la fría y lejana Islandia, otra víctima de la burbuja inmobiliaria. Algunas fuentes estiman por ejemplo que los rusos han adquirido ya unos 10.000 inmuebles por toda la costa española, a pesar del poco favorable régimen legal y fiscal. Los nuevos ricos de China, Rusia, Suramérica o los países árabes podrían adquirir numerosos inmuebles en un país como España, con buen clima y calidad de vida, excelentes servicios turísticos y que además forma parte de la UE. Son miles los que cada año compran propiedades en Reino Unido, Chipre o Francia para poder optar al permiso de residencia en Europa, un auténtico seguro ante la inestabilidad social y política en los países emergentes. Sin embargo, nuestra normativa de extranjería sigue sin contemplar un régimen de residencia por inversión como el de aquellos y otros países.
El autor ha colaborado en un grupo de trabajo para promover una modificación del Reglamento de Extranjería que permita optar a permisos de residencia de larga duración de forma rápida y segura para inversiones de al menos 250.000 euros en inmuebles u otros activos en España. Esto favorecería sin duda la compra de viviendas y otras propiedades, aligerando la carga sobre los bancos y dinamizando el mercado inmobiliario. Junto a la necesaria reforma del régimen de extranjería, la fiscalidad es otro de los elementos importantes para favorecer el flujo de capital hacia el sector inmobiliario. Las inéditas sociedades cotizadas de inversión inmobiliaria (Socimi) siguen sometidas a un trato fiscal poco generoso, a pesar de la última reforma. Su tributación por sociedades es muy superior a la de sus homólogas en el mercado financiero, las Sicav, cuando en la mayoría de países europeos solo tributan los partícipes, en nuestro caso por ejemplo, a través del impuesto sobre la renta de no residentes del 35%.
En el proceso para recuperar la senda del crecimiento económico, la reestructuración financiera es sin duda una reforma crucial, pero debe ir asociada con medidas favorables a la compra de inmuebles, sobre todo por parte del capital extranjero. Las medidas propuestas no implican costes adicionales para el erario público, sino más bien al contrario, pues estimulan la compra de inmuebles con el consiguiente pago de IVA/ITP y otros tributos que pueda generar el comprador extranjero. En las Socimi siempre será más conveniente cobrar el impuesto de no residentes a sus partícipes que no ingresar ni un euro por impuesto de sociedades, habida cuenta de que la CNMV no ha registrado aún ni una sola entidad. Más allá de Trump y los fondos británicos, la movilización de nuestra ingente cartera de inmuebles depende de crear un marco favorable para los medianos inversores.
Jacinto Soler Matutes. Socio de Emergia Partners y Profesor de la Escuela de Asia Oriental de la Universidad Pompeu Fabra (UPF)