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Antonis Samaras

Un griego de armas tomar

Tiene fama de salirse con la suya. El hombre que rechazó el rescate en 2010 lidera un Gobierno de coalición en el que están puestas las esperanzas de sus socios europeos.

Antonis Samaras
Antonis SamarasHogue

Europa aplaude a Antonis Samaras. Los griegos eligieron el pasado domingo, 17 de junio, al líder del partido conservador Nueva Democracia para sacar al país del fangal en el que se encuentra. El mismo hombre que rechazó el primer rescate a Grecia en 2010, cuando Yorgos Papandreu -camarada del colegio en Atenas y de universidad en EE UU- era primer ministro, y que empezó a apoyar la ayuda cautelosamente con el desarme del Gobierno socialista. El mismo partido que ocultó el verdadero estado de las cuentas griegas durante la década pasada. Dos sucesos insistentemente recordados en la semana en que Samaras se ha hecho con las riendas del Gobierno heleno.

A este economista de 61 años, exministro de Finanzas, Exteriores y Cultura, nacionalista y europeísta a la vez, le esperan unos cuantos retos ingratos. "Mucho éxito y buena mano", le ha deseado la canciller alemana y compañera en el Partido Popular Europeo, Angela Merkel. Para empezar, el Gobierno está a punto de quedarse sin dinero y tendrá que convencer a la troika (UE, FMI y BCE) de que cumplirá con los requisitos impuestos para poder beneficiarse de los fondos del segundo tramo del rescate. La economía cae en picado y los griegos están cansados tras dos años de medidas de austeridad -el 27,7% de la población vive bajo el umbral de la pobreza-. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, conoce a Samaras desde hace muchos años y está convencido de que el tripartito (Nueva Democracia, Pasok e Izquierda Democrática) está comprometido con el proyecto europeo.

"Será una coalición muy débil", cree Nikos Konstandaras, editor gerente del periódico conservador Kathimerini, uno de los más antiguos del país. Y no solo por la eterna enemistad entre Nueva Democracia y Pasok. El pacto puede dejar en el aire algunas de las promesas electorales de Samaras, entre ellas, elevar las pensiones más bajas y reducir impuestos. Por si el desafío fuera pequeño, la coalición se llevaba el viernes un pequeño susto, Samaras sufría un desprendimiento de retina, del que tendrá que ser operado inmediatamente, y el nuevo ministro de Finanzas, Vasilis Rápanos, era ingresado en el hospital tras sufrir un desvanecimiento.

El nuevo hombre fuerte de Grecia conserva el espíritu competitivo que de joven exhibía en la cancha de tenis -con 17 años ganó el Campeonato griego de tenis juvenil-. Su llegada a Megaro Maximou (la residencia oficial del primer ministro griego) culmina una carrera política de más de tres décadas. No ha sido fácil. "Está obsesionado con el cargo", ha repetido el socialista Evangelos Venizelos. Tras rechazar pactar con Papandreu el pasado año, Samaras acordó formar Gobierno con el tecnócrata Lucas Papademos. Forzó elecciones en mayo, con un resultado nefasto para su partido, cosechó el 18,9% de los votos; fue la principal fuerza del Parlamento griego, aunque fracasó en la formación de Gobierno. Entre las críticas que más ha escuchado últimamente se encuentra la de haber puesto a su país entre la espada y la pared.

El pasado jueves presentaba a los 18 ministros con los que pretende atajar la crisis, emprender el camino hacia el crecimiento y revisar las condiciones del rescate sin poner en peligro la trayectoria europea del país ni su pertenencia a la zona euro, según un documento de la coalición de Gobierno. Un equipo en el que el protagonismo se lo ha llevado Vasilis Rápanos, hasta ahora presidente del Banco Nacional de Grecia.

Samaras no es un líder carismático. Descendiente de una familia acomodada -su padre era un prestigioso profesor de Cardiología y su tío, diputado en el Parlamento-, recibió una educación elitista en el Athens College, fundado por su bisabuelo materno Stephanos Deltas, intelectual del siglo XIX. Allí conoció a Papandreu, con el que más tarde compartiría dormitorio en Amherst College, en Massachusetts, y una postura común de oposición a la dictadura de los coroneles que gobernaba Grecia. Tras completar un MBA en Harvard, regresó a su país y con 26 años se convirtió en uno de los diputados más jóvenes del Parlamento.

Sonado fue su rechazo en 1992, siendo ministro de Exteriores, a que la exrepública yugoslava de Macedonia adoptase ese nombre, el mismo de una provincia del norte de Grecia. El primer ministro Constantino Mitsotakis le obligó a dimitir y Samaras se llevó a algunos de los diputados para fundar su propio partido, la Primavera Política, de tintes nacionalistas. Fueron años de travesía del desierto. En sus primeras elecciones, en 1993, obtuvo casi un 5% de los votos; en las siguientes, casi la mitad, y se quedó fuera del Parlamento. Así que volvió a llamar a las puertas de Nueva Democracia, donde le recibieron como si no hubiera pasado nada. Pero hubo más polémicas. Tras la derrota de Nueva Democracia en las elecciones de 2009, la dimisión de Costas Karamanlis abrió una lucha por el liderazgo. Samaras derrotó a Dora Bakoyanis, hija de Mitsotakis, a la que acabaría expulsando del partido, aunque tras las elecciones del pasado mayo han resuelto las diferencias.

Está casado con Georgia Kritikos y tiene dos hijos de 22 y 15 años. Desde esta semana Europa mira a este político con fama de salirse con la suya y se hace una pregunta: ¿será capaz de salvar a Grecia y al euro?

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