¿Una Caja Madrid alemana?
El rescate a la carta que Bruselas y Alemania han diseñado cuidadosamente para una España que se niega a él dejaría las riendas del país en manos nacionales, pero llevaría al control externo del sistema financiero contaminado.
La mayor sigue estando encima de la mesa. Si finalmente las necesidades de la banca española rondan los 40.000 millones, el endeudamiento actual de España, las necesidades ya comprometidas y la capacidad de algunos bancos de conseguir esa cifra por sí mismos cuestionan la urgencia de un rescate.
Pero Bruselas y Alemania piensan otra cosa. E incluso Estados Unidos, que quiere que la situación se resuelva cuanto antes, afecte a quien afecte. Las presiones para que España pida un rescate para su banca se han acelerado en las últimas semanas, hasta llegar este viernes a su máxima intensidad. El Gobierno ha sido invitado a pedir auxilio y el decorado ya está listo hasta el último detalle. ¿Para qué esperar al desenlace del culebrón griego para ver si las aguas se tranquilizan solas o aguardar a las auditorías a la banca? No, es mejor dar cabida a la máxima tensión; cuanto antes, mejor. Si España se salva sola, no habrá escarmiento ejemplificante desde Bruselas.
Al menos, la resistencia numantina nacional ha conseguido que el rescate vaya a ser a la carta. No habrá intervención de España (al menos, eso es lo que se espera después de que Alemania haya aflojado esta semana su posición, aunque la letra de los mecanismos a utilizar sigue diciendo otra cosa). Puede que se extreme la vigilancia, pero a estas alturas es casi complicado que la injerencia vaya mucho más allá.
Al sistema financiero, sin embargo, sí le esperan cambios sustanciales. Si finalmente se consigue que el fondo de rescate europeo preste directamente a la banca y no lo haga a través de los Estados, la presión recaerá sobre los auxiliados. La lista es de sobra conocida: Bankia, Novagalicia, Catalunya Caixa y Banco de Valencia. Estas son las candidatas claras. Y luego hay una relación de subcandidatas. Liberbank e Ibercaja han admitido que recurrirían a ayudas públicas para su fusión y también Caja España-Duero las quiere. Eso sí, ellos se referían a los bonos convertibles del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (Frob), así que a lo mejor se lo piensan dos veces si la ayuda viene de otro sitio. BMN tampoco está en su mejor momento.
Sean cuatro, siete o las que resulten, el auxilio del fondo de rescate europeo no implicará nada distinto a lo que ha hecho el Frob hasta ahora. "Se impondrán reestructuraciones, cierre de oficinas, venta por trozos, cambios de gestión...", explica Joaquín Maudos, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia e investigador del Ivie. "No es muy distinto a lo que hasta ahora ha impuesto el Frob, que siempre exige un plan de viabilidad y promovió las fusiones", añade.
La única diferencia es que ahora mandarán desde Europa. Las fusiones no tienen por qué ser nacionales, ni se tiene por qué repetir una compra de Unnim por parte del BBVA. El nuevo dueño de la antigua Caja Madrid puede ser una entidad alemana u holandesa. Y su presidente, natural de Luxemburgo, por poner un ejemplo.
"No sería una mala noticia. Que entre dinero extranjero en el sistema financiero español es bueno. A veces hay que elegir entre lo malo y lo peor, así que bienvenido sea", señala Maudos.
Y no es el único experto que ve en la gestión extranjera de la banca en apuros una fórmula para depurar los excesos y asegurarse el buen rumbo de la actividad bancaria en España. Otra cosa es que se acierte con la fórmula y no se repitan los errores del pasado, aunque con un acento distinto. Al fin y al cabo, España no ha sido el único estado que ha visto caer a su banca nacional; muy pocos podrían tirar la primera piedra. Eso sí, primero tendría que haber rescate. El primer partido de la eliminatoria se juega este fin de semana.