Un plan a largo no zanjará el pánico
Hay dos ideas principales rondando: una llamada unión bancaria que incluye un fondo europeo de depósitos y un supervisor; y una unión fiscal que incluye eurobonos, garantizados por todos los 17 estados que forman parte de la eurozona. Algunos abogan por estas ideas dada la impresión de que resolverían los problemas a corto plazo. Si la eurozona hace un compromiso lo suficientemente fuerte por una integración de la unión, los mercados retrocederían y la crisis se alejaría. O, al menos, eso se piensa.
El problema es que es imposible producir un compromiso lo suficientemente fuerte para tranquilizar a los inversores. Las visiones políticas son muy discordantes. Los gobiernos de los países periféricos enfatizan en los apoyos monetarios; los países centrales, liderados por Alemania, dicen que la supervisión y la disciplina debe ser lo primero; y muchos países luchan contra la pérdida de soberanía. En el corto plazo, lo mejor que los Gobiernos podrían producir es una dura declaración para el largo plazo. Meses, si no años, serán necesarios para profundizar en los detalles y tener apoyo democrático. Si la única línea de defensa del euro son las buenas intenciones para el largo plazo, los mercados rápidamente lo pisotearán. Se necesitarán más soluciones a corto plazo. Habrá dos tipos: liquidez de los fondos de rescate de la eurozona para sanear los bancos insolventes, especialmente en España; e inyecciones masivas de liquidez del BCE.
Los teóricamente ilimitados fondos del BCE serán más persuasivos. La pega es que los responsables del BCE no quieren llenar un vacío dejado por la pasividad de los gobiernos. Pero podría haber un acuerdo: con la confirmación de los fuertes compromisos de los gobiernos a largo plazo, el BCE podría proporcionar el puente para llegar allí. Pero no nos engañemos: la palabrería sobre el futuro no será suficiente si Grecia salta por los aires o España se acerca al abismo.
Por Hugo Dixon