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Postal desde la zona cero del ladrillazo

Viajar por España durante esta Primavera Negra de 2012 permite palpar los contrastes de la crisis. La desolación de obras abandonadas e inconclusas convive con unas infraestructuras fabulosas que enlazan centros urbanos a cual más remozado. Y el epítome de esa esquizofrenia económica puede encontrarse en una Valencia tan sensual como siempre pero más agobiada que nunca por la factura del ladrillazo.

"Esta es la zona cero de la crisis", me resume una empresaria valenciana durante un coloquio en la Librería Leo de la capital ché en el que participé el pasado viernes. Y solo unas horas después de la charla, por si había dudas, Cristóbal Montoro, a lo Woody Allen, peleaba con el incontrolable suflé del déficit y achacaba la nueva hinchazón (hasta el 8,9% en 2011) a la Comunidad Valenciana y a la de Madrid en gran parte.

"Que la Generalitat valenciana está técnicamente en quiebra es una evidencia", concluye en su blog Salvador Enguix, delegado de La Vanguardia en esa Comunidad. Y da cifras que espantan. Enguix, como tantos otros valencianos, no pierde la esperanza y confía en el reconocido empuje empresarial y comercial de la zona para recuperarse en cuanto la situación general se alivie un poco.

Y la mirada se vuelve hacia "una Europa que da la sensación de impotencia", comenta José María Serrano Sanz, catedrático de Economía de la Universidad de Zaragoza, durante otro coloquio el día anterior. "Parece como si Europa no pudiera ni con los mercados, ni con las agencias [de calificación] ni con un problema en un país tan pequeño como Grecia", lamenta Serrano durante el debate por él moderado en la librería Cálamo de Zaragoza.

Serrano, que ha publicado recientemente De la crisis económica en España y sus remedios, considera "un éxito" la integración europea, pero lamenta "la anorexia doctrinal" que en Bruselas y otras capitales europeas apuesta únicamente por "austeridad, austeridad, austeridad".

Los dos coloquios, en Valencia y Zaragoza, mostraron los estragos de la crisis en la confianza de la población. Y aunque no se invocó la palabra "corralito" (prueba, quizá, de la madurez y responsabilidad del público asistente), las noticias sobre Bankia pesaban en el ambiente. Y en todos los corrillos posteriores se palpaba la inquietud por el futuro de los ahorros.

"La sucursal de Triodos estaba llena esta mañana de gente pidiendo información sobre las condiciones de sus cuentas", me comentaban el viernes en alusión a un banco holandés que se autocalifica como ético y sostenible y que desde el comienzo de la crisis en 2008 ha abierto delegaciones en Aragón, Comunidad Valenciana, Andalucía, Madrid, Castilla y León, País Vasco, Galicia, Baleares y Canarias.

En las calles, mientras tanto, continúan las asambleas del 15-M bajo una bandera que también resume la percepción española de la crisis. ¿La valenciana? No, la de Grecia.

Foto: Cartel en el barrio Russafa de Valencia (B. dM., 19 mayo 2012).

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