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Cinco Sentidos

Lista de espera para lograr el objeto de deseo

Año y medio para el Kelly de Hermès, cinco meses para Aston Martin, la polémica edición Oro de Loewe, agotada...

Lo de salir en un vídeo poniéndose un bolso de Loewe en la cabeza parece que funciona. La campaña publicitaria de la firma madrileña, que causó furor y críticas en las redes sociales, ha dado sus frutos. La nueva colección Oro, al menos para el bolso Amazona con las asas en la gama de colores flúor, está casi agotada en las tiendas. Y aunque hay peticiones de reserva, la marca no desvela si volverá a producir artesanalmente los mismos modelos o, tal vez, con otras tonalidades.

Pero no es la única firma que no puede satisfacer los deseos de los clientes. Típicamente se señala a la parisina Hermès como ejemplo de la dificultad para hacerse con el objeto soñado. Los bolsos Birkin y Kelly tienen 18 meses de espera, y es que la exclusividad de estos productos, con un trabajo artesanal detrás, hace que sea difícil satisfacer la demanda. Incluso para hacerse con algunos modelos de cinturón se debe aguardar.

Chanel también sabe crear ilusión y expectación a sus clientas para bolsos como el Clásico y el 2.55n. "En el caso de los modelos con pieles exóticas la espera se puede alargar hasta dos años", apuntan desde la firma. Incluso la compra de unas bailarinas se puede retrasar entre varias semanas y un año, según la talla y el tejido. En el caso de Dior, también es un bolso, el Diorissimo, el que escasea.

Una de las marcas de moda en calzado, Christian Louboutin, tiene igualmente problemas para abastecer la demanda. En concreto, "el modelo Pigalle cuenta a menudo con lista de espera en nuestras tiendas", reconocen desde la compañía. Y en Manolo Blahnik también saben lo que es hacer esperar a las clientas. El modelo Madrid, que solo se vende en la capital española, tarda en llegar dos meses desde que se reserva. Para el Swan Pump son cuatro meses, en parte porque este modelo lo calzaba una de las protagonistas de la película Crepúsculo, y para el BB la demora es de tres meses.

En el caso de los relojes, la exclusividad también tiene un precio respecto al tiempo. El Breguet Classique Grande Complication únicamente se fabrica bajo pedido en firme del cliente con cuatro meses de anticipación. Hacerse con un IWC Portugués Sideral Scafusia, también bajo pedido, lleva un año y 625.000 euros de coste. Más allá de la moda, las listas de espera son consustanciales a los productos o servicios relacionados con el lujo. Uno de los casos más conocidos es el de los coches de alta gama. Bugatti, Lamborghini o Ferrari son firmas cuyos productos oscilan entre los 500.000 euros y el millón y que, debido a la personalización de los modelos, los compradores no suelen tardar menos de medio año en lograr aparcar el coche en su garaje. La casa británica Aston Martin, por ejemplo, tarda un mínimo de cinco meses en entregar sus coches. Y eso si el cliente opta por los colores y extras incluidos en catálogo: en caso contrario, el tiempo se dispara. "Los interiores se hacen a mano y están totalmente personalizados. Las posibilidades son completamente infinitas", comentan desde la compañía. Cuando la marca lanza ediciones limitadas, como el One77 (del que se hicieron 77 unidades, vendidas cada una a 1,5 millones de euros), se suelen acabar antes incluso de ser fabricados. Otras marcas mucho más asequibles, como Mercedes-Benz, también requieren de espera. Cinco o seis meses de media para sus modelos SL o Clase B con cambio automático de doble embrague.

Cambiando de registro (y de horquilla de precios), seguimos encontrando listas de espera entre aparatos electrónicos. Pasada ya la fiebre del iPhone 4S y del iPad3, que llegaron a acumular a gente de acampada a las puertas de las tiendas oficiales, el gadget más deseado del momento es el Samsung Galaxy S III, modelo que dicen muchos analistas ha superado con creces a la competencia, Apple. Según confirma la compañía coreana, "tanto los principales puntos de venta como las operadoras llevan meses funcionando con listas de espera".

Pero la más codiciada del mundo, y a la vez quizá la más inaccesible de las listas de espera, no tiene que ver con un objeto, sino con una experiencia. Se trata de la de los elegidos que podrán viajar al espacio a través de Virgin Galactic, la compañía puesta en marcha por el magnate británico Richard Branson. Está previsto que el primer vuelo se haga en diciembre. La primera española que lo hará, Ana Bru, pagó una señal de 20.000 euros... en 2006. Esta lista, reducida a 500 personas, sí que está fuera de órbita.

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