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Columna
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Un aviso para Jamie Dimon

Los accionistas de JP Morgan le dieron un tirón de orejas a su consejero delegado, Jamie Dimon, en la junta anual del martes. En principio, los inversores parecían apoyar a su consejero delegado pese a la sorprendente pérdida de 2.000 millones de dólares revelada la semana pasada. Pero no le absolvieron del todo: el 40% votó a favor de dividir los cargos de presidente y CEO. Pese a que se queda corto para obligar al banco a tomar medidas, sí es suficiente como voto de protesta.

Aquellos que esperaban una rabieta de los accionistas quedaron decepcionados. Fue un acto no muy animado. En torno al 91% aprobó las pagas a los ejecutivos. Solo unos pocos opositores se hicieron notar y sus pancartas y cánticos no tuvieron mucha influencia. La reacción más animada vino cuando un pequeño inversor se levantó para alabar a Dimon y pedir a los accionistas que encuadraran las pérdidas en el contexto de la buena gestión del banco. Esto animó a algunos de los presentes a aplaudir, aunque bien podían ser empleados.

Dimon no se escondió pese a la metedura de pata de los gestores de riesgos del banco. Se mezcló con la gente, incluida la prensa. Pero parecía más callado de lo habitual, apresurando su discurso de apertura, y el consejero general, Stephen Cutler, parecía demasiado ansioso por cerrar la reunión. Pero resultó que los accionistas, en su derecho, querían tratar el tema de las pérdidas. Después de que Dimon entonara su ya familiar mea culpa, se desprendió de los comentarios de los accionistas un apoyo hacia él. El pero fue la votación sobre el papel del presidente y del CEO. El porcentaje a favor de separar los cargos fue el mayor desde 2005. Además, el de este año probablemente no recoja toda la indignación, ya que muchos accionistas tuvieron que efectuar su voto antes de revelarse las pérdidas de la semana pasada. Dimon podría haber esperado algo peor. Pero le debe recordar que ningún CEO debe dar por sentada la confianza de sus accionistas.

Por Antony Currie

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