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Brufau contra los elementos

Por empezar con un poco de orden, el decreto del Gobierno argentino se cae por su propio peso. Más que nada, porque si se trata de nacionalizar recursos, se deberían nacionalizar éstos, no el accionariado de una empresa petrolera en concreto. Y porque lo razonable, en todo caso, sería lanzar una opa y retomar el control de la sociedad por la misma vía que por la que se privatizó. No retirar licencias y jugar al ratón y al gato durante tres meses. Por no hablar de la imagen de los directivos de Repsol expulsados de sus oficinas por la vía urgente.

En cualquier caso, es un hecho que la explotación de recursos naturales es, siempre, un tira y afloja eterno entre la empresa gestora de las reservas y los gobiernos de los países donde éstas se encuentran. Más que la filosofía sobre la titularidad de los recursos naturales o las normas del derecho internacional, estas relaciones son relaciones de fuerza. Hace 15 años Argentina era extremadamente débil y privatizó totalmente su empresa de extracción petrolera (lo normal es la creación de empresas mixtas). Hoy es España la parte débil. Argentina no necesita a España. Y, quizá, tampoco a Europa o Estados Unidos, que probablemente se lo piensen dos veces antes de invertir en el país a partir de ahora.

Pero esa es otra historia. No por esperada la decisión es menos dañina para la empresa española. Y las carambolas financieras que ha protagonizado últimamente tampoco la han ayudado. Fueron similares entre sí la "argentinización" de YPF y la "ladrillización" de Repsol. Cuando la familia Eskenazi entró en YPF, lo hizo a crédito. ¿Quién prestó el dinero? Repsol ¿Y cómo se pagaba? Con los dividendos de YPF, con un pay out del 90% mediante un acuerdo con el Gobierno argentino. No sabemos aún qué pasará con esta deuda y con este paquete accionarial. 

Cuando Sacyr compró el 20% de Repsol, lo hizo a crédito, también, y para pagar intereses dependía, también, de los dividendos de Repsol. Este pago de dividendo fue la gran batalla en la guerra de Del Rivero y Brufau por el control de la petrolera. Del Rivero necesitaba dinero para pagar a los bancos y Brufau dinero para invertir. La solución al entuerto fue, también, particular: Repsol compró un 10% de sus propias acciones para expulsar al accionista no deseado. Un paquete valorado en 2.000 millones de euros, un 31% menos que a principio de año. 

En términos financieros la situación no queda mucho mejor, y es vital para Repsol que la operación termine con una opa. Si a Repsol se le expropia YPF con una contraprestación baja, su ratio de deuda sobre Ebitda, que hoy está en dos veces (más elevado que el de grandes como ENI, Total o Royal Dutch) pasaría a algo meos de tres veces (la salida de YPF del perímetro restaría 1.500 millones de deuda).

No sé qué posibilidades habrá de que la expropiación se realice por la vía de una opa. Los analistas de Bank of America, en un informe al respecto, no son muy positivos precisamente. Han rebajado el precio objetivo de YPF hasta 35 pesos, el 63% del precio de mercado. YPF vale hoy en Bolsa algo menos de 8.000 millones de euros tras los últimos desplomes. A los precios que calcula Bank of America, Repsol recibiría 1.700 millones por su 57% en una empresa por la que pagó 13.000 millones de dólares en 1998. De momento, Repsol solo ha dicho una cosa: que mantendrá el dividendo. Para que no cunda el pánico

Música contra la crisis. Bersuit, La argentinidad al palo

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