El rey de los casinos
Las miradas de Madrid y Barcelona están puestas en este magnate del juego y las convenciones, de 78 años, que promete inversiones de 18.500 millones de euros en un Eurovegas.
Es la encarnación del sueño americano. Niño pobre, hijo de un inmigrante lituano en Estados Unidos, creó su primer negocio con 12 años y hoy es una de las mayores fortunas del planeta. Sobre él están puestas las esperanzas españolas para burlar a la crisis. El magnate, de 78 años, quiere construir el mayor complejo de ocio y de convenciones del sur de Europa -es el principal empresario del mundo del juego, con activos en Las Vegas (Nevada, EE UU), Singapur y Macao (China)-. Madrid y Barcelona están jugando sus cartas en una partida de 18.500 millones de euros.
La capital lleva ventaja. El pasado fin de semana, el enviado de la Comunidad de Madrid, el consejero de Economía y Hacienda, Percival Manglano, daba buenas noticias a Adelson: Madrid permitirá rascacielos más altos que Cataluña. La candidatura madrileña ofrece la posibilidad de elegir entre terrenos de Valdecarros o Alcorcón -esta última es la que más atrae al empresario-, frente a la opción única de Barcelona, en el entorno del aeropuerto. La decisión, en mes y medio. Entre tanto, el empresario estadounidense bromea: "Donde tengan buena comida, ese es mi lugar».
El propietario de Las Vegas Sands tienta a las dos ciudades con un proyecto para levantar 12 hoteles temáticos -por ejemplo, uno de 3.000 habitaciones como el Palazzo (en el complejo The Venetian de Las Vegas) tendría que tener 50 plantas-, 9 teatros, 3 campos de golf y 6 casinos. Un proyecto que generaría 260.000 empleos, entre directos e indirectos (la Comunidad de Madrid lo deja en 200.000).
En la página web de su fundación, Adelson Family Foundation, Sheldon G. Adelson cuenta como a su primer negocio de adolescencia -pidió prestados unos 200 dólares a su tío para vender periódicos en una esquina de Boston-, siguieron empleos de corredor hipotecario, asesor de inversiones y consultor financiero. A lo largo de su vida, ha creado más de 50 compañías diferentes, entre ellas Comdex, la mayor feria del mundo de la industria tecnológica, que vendió en 1995 por más de 860 millones de dólares. Es un adelantado a su tiempo. En 1989 compró el Sands, un histórico hotel y casino localizado en el Strip de Las Vegas (una de las avenidas más filmadas de EE UU). Lo demolió para levantar diez años después The Venetian Resort Hotel Casino, en su día el complejo más caro de su tipo. La idea fue cambiar la percepción de Las Vegas para enfocar el destino al viajero de turismo, juego y negocios: restaurantes de célebres chefs, tiendas de lujo, spas, gimnasios... El complejo de más de 4.000 suites ha revolucionado la industria hotelera de Las Vegas y está considerado uno de los mejores hoteles en el mundo.
Es su biografía oficial, porque de Sheldon Adelson se han escrito muchas páginas, la mayoría falsas, se quejaba el magnate en Forbes. Las críticas, sin embargo, no le dejan indiferente. La prueba es que el Daily Mirror tuvo que indemnizarle con casi 5 millones de euros -lo donó a la investigación contra el cáncer- por una información que publicó sobre él.
El dueño de Las Vegas Sands, al que una enfermedad obliga a moverse en una silla motorizada, y su mujer, la doctora Miriam Adelson, licenciada en Microbiología y Genética y nacida en Israel, apoyan económicamente programas benéficos en el Estado de Israel y para el pueblo judío. Su fundación es la principal benefactora de Yad Vashem, dedicada a preservar la memoria del holocausto en Jerusalén.
A Sheldon G. Adelson le gusta proclamarse "el judío más rico del mundo". Forbes le calcula una fortuna de 21.500 millones de dólares (16.000 millones de euros), que le convierten en el 16 milmillonario del planeta, el tercero en EE UU. Pero llegó a amasar más. Este visionario se ha arruinado varias veces. En 2009, la publicación le atribuía una fortuna de 2.500 millones de euros. La crisis inmobiliaria dejó a Las Vegas Sands al borde de la suspensión de pagos. Y ello en medio de una inversión en Macao. La plaza china tiene mucho que ver en la recuperación económica; el 90% de los beneficios de Las Vegas Sands proviene de Asia. Adelson ha recreado en Macao su imperio de Nevada, para ello consiguió que las autoridades chinas modificasen la legislación.
Sus actuaciones en los negocios no han estado exentas de controversias, acabando en ocasiones en los tribunales. Incluso tres de sus cinco hijos le han llevado a juicio, acusándole de venderles acciones por un valor inferior al real.
Su dinero también sirve a la causa republicana. A principios de año, puso patas arriba el escenario político de EE UU, inyectando varios millones de dólares a la campaña del candidato republicano Newt Gingrich. En los últimos días, los medios de su país destacan que las pocas esperanzas del conservador han hecho que Adelson traspase su apoyo al candidato republicano mejor posicionado, Mitt Romney. En su juventud, sin embargo, sus simpatías eran hacia el Partido Demócrata. Fue antes de sus enfrentamientos con los sindicatos en sus casinos de Las Vegas. Destinar su dinero a la política es un lujo que puede permitirse. Las acciones de Las Vegas Sands se han revalorizado un 3.700% desde los mínimos de la recesión y su capitalización -a precios del jueves- duplicaba las de sus rivales Wynn y MGM juntos.
Ahora pone su mirada en nuevos mercados, como España, pero también Japón, Corea y Vietnam. Su inversión en España no será gratis. Pide concesiones legales y tributarias, como la exención durante dos años del pago de las cuotas de la Seguridad Social para sus empleados o modificar la ley antitabaco. Bienvenido Mr. Marshall.