Fundaciones y transparencia
Recientemente, a raíz de los resultados de una encuesta que nuestra organización colegial propuso a los profesionales expertos contables y de elaboración de estados financieros, en lo que concierne a las fundaciones, al tiempo que se valoraba de manera muy positiva su labor, se estimaba conveniente una mayor transparencia de la información financiera de las mismas y una mayor claridad en la exposición de esta. Esto nos motiva a reflexionar sobre la constante mejora a realizar para que las fundaciones sigan cumpliendo su función social.
Sin duda hay muchísimos flecos y desequilibrios sociales que las Administraciones públicas no pueden atender y resulta que, gracias a los movimientos de las entidades no lucrativas, y a las fundaciones en particular, siguiendo las sensibilidades y capacidades de iniciativas individuales y empresariales, pueden cubrirse. Y es que, a pesar de que las entidades sin fines lucrativos poseen un tratamiento legal favorable, estoy convencido de que las principales motivaciones que impulsan a las personas físicas y entidades a constituir o promover fundaciones responden a una motivación de reequilibrar este tipo de situaciones, proporcionando a los ciudadanos una serie de prestaciones, que de otro modo estarían insuficientemente atendidas.
Esta capacidad de servir a la sociedad se observa en un estudio del Instituto de Análisis Estratégico de Fundaciones (Inaef), promovido por la Asociación Española de Fundaciones, en los que se expone que la mayoría de las fundaciones actúan en áreas relacionadas con la cultura, la investigación, la salud y la cooperación al desarrollo.
Constatamos en los últimos años una eclosión del número de asociaciones sin fines lucrativos, y en especial de las fundaciones, abarcando una gran variedad de campos de actuación, tanto de ámbito estatal como autonómico, consolidándose muchas de ellas y ampliando su ámbito de actuación, aunque otras permanecen prácticamente inactivas.
En este sentido, entiendo que para que las fundaciones puedan cumplir con esta labor de reequilibrio y con su programa de actividades se requiere, además de un contorno legal de apoyo, unos patronos que aporten el capital fundacional, con capacidad de gestión eficiente, y un ambiente social de complicidad, que se consigue cuando la información es transparente.
Reforzando esta idea de transparencia, no es baladí esforzarse en expresar la información relevante del sector no lucrativo de manera clara y sintetizada, a efectos de facilitar su comprensión por parte de los ciudadanos, de modo que se sientan más involucrados y presten su apoyo a estas entidades, de indiscutible relevancia.
Ahora bien, ¿cómo lograr dicha mayor transparencia y la claridad deseada? Lo ideal sería alentar una serie de medidas que propicien escenarios encaminados hacia tres ejes fundamentalmente: en primer lugar, una homogeneización de la normativa contable y financiera de todas las comunidades autónomas; en segundo lugar, un acceso público, más fácil y rápido, a todos los datos económico-financieros depositados por las fundaciones en los protectorados y que estos, además de realizar una revisión formal de la misma, la traspasen al Registro Mercantil o a un registro de fundaciones informatizado, haciendo posible un análisis de ratios, y en definitiva contable, de dichos datos. Y en tercer y último lugar, como mayor garantía sobre la fiabilidad de la información económica suministrada, un uso más intensivo de la auditoría, mediante una reducción de los límites legales de auditoría obligatoria.
Estas iniciativas, dada la robustez del sector fundacional, por su importante peso dentro de la realidad socioeconómica de los países de nuestro entorno y la importante labor que realizan, servirían, de alguna manera, para promover un acercamiento y una mayor cooperación de los ciudadanos con las mismas, construyendo una base de confianza en que efectivamente se cumplen los fines que justifican su existencia.
Valentí Pich Rosell. Presidente del Consejo General de Colegios de Economistas (CGCEE)