Una buena noticia, pero no suficiente
El ajuste de los precios de la vivienda ha pisado el acelerador en los últimos meses de 2011. Los datos que registra el Instituto Nacional de Estadística (INE) indican que durante el último trimestre del año pasado el precio de los inmuebles cayó más del 11% respecto al mismo periodo del año anterior. Ello supone la bajada más drástica de la serie histórica, que se inició en 2007, en pleno inicio de la crisis, y se explica en gran medida por la necesidad que tiene el sector financiero de digerir el enorme stock de ladrillo que lastra sus balances. En los últimos meses del año, la banca ha intensificado la aplicación de descuentos a sus inmuebles en un intento de avanzar en el saneamiento de sus carteras. A ello hay que sumar la reforma financiera que el Gobierno aprobó el pasado mes de febrero, que ha obligado a elevar las provisiones sobre los activos inmobiliarios acumulados, pero cuyo efecto en los precios no reflejan todavía estos datos del INE. Ambas circunstancias permiten suponer que este nuevo ajuste a la baja del mercado de vivienda no ha supuesto tocar suelo y que esa caída puede -y debe- continuar en los próximos meses.
En cualquier caso, la rebaja de los precios del sector inmobiliario es una buena noticia, dado que supone un paso más en el lento proceso de ajuste de la oferta y la demanda de un sector que se ha convertido en el símbolo de la hiperinflación de activos. Pero un descenso de precios no equivale necesariamente a un aumento de operaciones, sino que solo indica el hecho de que aquellas transacciones realizadas durante ese periodo de tiempo -sean pocas o muchas- han sido cerradas con mayores descuentos.
Ello no debería extrañar si se tiene en cuenta que la rebaja del precio del ladrillo constituye una condición necesaria para la recuperación del mercado inmobiliario, pero no es la única. La decisión de adquirir un inmueble tiene mucho que ver con el precio, pero también con la disposición de una mínima estabilidad laboral por parte del comprador, así como de un crédito que permita abordar el pago. Un país con 5,3 millones de personas en paro y un sector financiero embarcado en un ambicioso y necesario proceso de reestructuración no cuenta con las condiciones necesarias para alimentar el crecimiento económico y, con él, la recuperación de este y de otros mercados. Será cuando esos dos factores se corrijan -la elevada tasa de paro y la sequía en el flujo del crédito- cuando se crearán las bases de un suelo apto para que germinen brotes verdes. El futuro del mercado inmobiliario y del resto de los sectores económicos en España depende de los resultados de esas dos grandes reformas estructurales que ya están en marcha. Mientras tanto, demos la bienvenida a esta nueva caída y que los precios continúen bajando.