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Rossano Ferretti. Peluquero

"El mundo está sin ideas, arruinado, sin alma"

Famoso por su método de corte de pelo, abre salón en Madrid, con la línea de peluquería japonesa Shu Uemura.

Estrena una lujosa peluquería en Madrid, con vistas a un alegre jardín en el barrio de Salamanca. Por este motivo, Rossano Ferretti, nacido en Campegine (Italia) hace 51 años, ha viajado esta semana a España, donde ha presentado la línea japonesa de cuidado capilar Shu Uemura Art of Hair, de la que es embajador junto al resto de los productos de L'Oréal. El plan de expansión de la firma Rossano Ferretti Hair Spa, conocida por un exclusivo corte de pelo, tiene previsto abrir salones este año en Shanghái y en Pekín, y para 2013, en Hong Kong, Moscú y São Paulo. Más adelante, inaugurará en Barcelona y en Tokio. Hoy tiene 19 salones en todo el mundo.

Con este plan de expansión, la crisis no parece ir con usted.

La crisis afecta a todos porque el cliente va menos a la peluquería, y de lo que se trata es de no perder clientes, sino de aumentarlos. Por ejemplo, el 20% de nuestra clientela es masculina, y cuando comenzamos apenas suponía un 3%. Los hombres se cuidan más, son conscientes de la importancia de la imagen. Ahora, a los que queremos hacer algo de bueno para el sistema nos toca seguir trabajando. Hay que ser menos egoísta; yo no soy un empresario al uso, porque he dado mi vida a mi profesión y a mi equipo. Yo no tengo un negocio para hacer dinero, sino para hacer algo más, para dar un valor añadido a lo que hacemos. El mundo está arruinado, sin ideas, sin identidad, sin alma. Esta crisis es un gran fallo de la humanidad.

Defiende un modelo empresarial responsable.

En los últimos diez años me he ocupado de contratar a gente del sur de Italia. Hemos ofrecido una escuela, un futuro profesional, la posibilidad de trabajar en el mundo. Comparto el dinero que gano con ellos, con la gente que trabaja conmigo, para que tenga desarrollo profesional. El dinero no es el fin; el fin es contribuir y aportar valor al lifestyle del mundo de la belleza. Mi alma es limpia y no me identifico con un mundo que es más de listos que de buenos. No he creado mi empresa por un tema económico.

¿Por qué la creó?

Porque quería hacer las cosas de manera diferente. Cuando en el año 1997 monté el primer salón en Madrid, en la calle Ortega y Gasset, pusimos climatización, cafetería, aparcacoches, toda una serie de servicios que le daban valor añadido a nuestro negocio. Cuando abro un salón quiero que sea espectacular, a la vez que esté en lugares semiescondidos pero con historia. El corte de pelo que hacemos es único, sigue la caída natural del cabello, y ya se identifica como un código, como un traje de Tom Ford.

Usted reivindica el trabajo artesanal de su profesión.

Soy un artesano y me gusta hablar de atención personalizada al cliente, de respeto. No se puede masificar, el cuidado del cabello ha de hacerse a medida. Esto es importante porque si algo funciona en este sector es el boca a boca, es el mejor marketing que existe.

¿Por qué decidió ser peluquero?

Vengo de una familia de pueblo. Mi abuelo era barbero, tenía una Lambretta y afeitaba a los campesinos en el campo. Era un visionario que daba servicio a domicilio. Y mi madre tenía una peluquería de 15 metros. Su foto la tengo en todos los salones porque para mí es importante tener presente mis raíces. Yo quería ser arquitecto, pero mi abuelo decía que yo tenía gusto para este trabajo, y fui a una escuela donde solo había mujeres. Con 16 años me marché a Londres, quería ver todo lo que había en esa época, en los años sesenta. Ahí decidí que sería peluquero, el mejor. A los 18 años preparé el desfile de Armani. A las celebrities, acabo de estar en los Oscar, les hago el look completo.

¿Qué busca el cliente en usted?

Respeto, que se le escuche, que se le mime, a la vez que exclusividad, privacidad, gastar lo justo y que lo que se le ofrezca tenga un valor.

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