¿Reformar el Sistema Nacional de Salud?
El SNS junto al resto de servicios del Estado del bienestar tienen un impacto en la sociedad mucho más allá de su específica función prestacional. Constituyen el principal instrumento para garantizar la cohesión social y el desarrollo económico. Sin embargo, cada día con mayor preocupación descubrimos propuestas dirigidas supuestamente a contener el gasto sanitario, desde recorte de servicios o cierre de centros a la gestión privada de centros públicos, propuestas de copago, etc. Pero si bien todas ellas van orientadas a socavar las bases del modelo del Sistema Nacional de Salud regulado por la Ley General de Sanidad, la equidad en el acceso y la calidad de las prestaciones, ninguna tan dañina como la propuesta por el Gobierno de la Generalitat de Cataluña que aboga por una reforma que introduzca seguros privados para las rentas más altas. Dice que se debe hacer un SNS "más europeo".
Es necesario, por tanto, comparar el SNS con otros de nuestro entorno para valorar su coste y eficacia. Aquí utilizaremos el último informe publicado por la OCDE (OECD Health Data 2011) y los últimos datos de la Comisión Europea (ECHI). Respecto al gasto sanitario en relación al PIB, en España el total es del 9,5%, exactamente en la media de la OCDE, a la cola, sin embargo, de la EU-15, el público, no llega al 7%. Por habitante, España destina 3.067 dólares (incluyendo público y privado), menos que la media de la OCDE (3.223 dólares) y otra vez por detrás de la EU-15, destacando los Países Bajos (4.914), Alemania (4.218) y Francia (3.978). EE UU destina 7.960 dólares. A la vista de estos datos no es entendible que se pretenda reformar el SNS para hacerlo sostenible proponiendo como modelo servicios más caros para el presupuesto público.
A la vez se ha conseguido un alto grado de accesibilidad, consecuencia de un modelo orientado a la cohesión social y territorial. Según los últimos datos disponibles (2009) de la CE, España cuenta con el tercer sistema sanitario más accesible. Si tomamos la población con ingresos en el tramo 20% más bajo que, ante la necesidad de atención médica, manifiesta no haberla recibido, en España es de menos del 1% (apenas el 0,7% en 2009), mientras que la media europea es del 5,4%. En relación con los resultados en salud, según la OCDE, la esperanza de vida al nacer en España (81,8 años) está dos años por encima de la media de los países del grupo. Otro indicador sensible a la calidad es la mortalidad infantil por 1.000 nacimientos vivos, cuya tasa en nuestro país es de 3, cifra que comparte con Francia, Suecia o Italia, entre otros, mientras que en EE UU está en 6. Además, si consideramos una prestación que requiere de tecnología puntera, de alta cualificación profesional y elevada coordinación, como es el caso de los trasplantes, España es líder mundial. Su tasa duplica la media de la UE. Podemos concluir, por tanto, que el SNS y sus profesionales son de los más eficaces del mundo.
Finalmente, en opinión de los españoles, para quienes la salud es el principal factor que determina su bienestar, disponer de servicios públicos sanitarios, educativos y de pensiones públicos es irrenunciable. Los centros de salud, con el 70 % de españoles muy o bastante satisfechos, es el servicio público mejor valorado (encuesta Aeval/CIS de 2011).
En suma, los datos comparados que se han expuesto aquí demuestran que el modelo sigue siendo el acertado porque es eficiente, eficaz y de calidad, a la vez que asegura la equidad y es mimado por los españoles El SNS tiene importantes retos por delante y, en un contexto de crisis como el actual, uno de los más importantes es mejorar aún más su eficiencia. Sin embargo, las propuestas de dualizar el aseguramiento sanitario están muy lejos de mejorar sus resultados y también su coste, como tampoco lo hacen los modelos privatizadores en algunas comunidades, como la madrileña o la valenciana, a las que ahora se une con fervor Castilla-La Mancha. Además de poner en riesgo la función de cohesión social, las cifras comparativas demuestran que no suponen ahorro ni aseguran la sostenibilidad futura del sistema. Al contrario, afectarían gravemente a la equidad en el acceso, al quebrar la red única para todos los españoles. Si las rentas más altas acuden a un sistema de aseguramiento privado, salen del sistema común. Se sustituye el modelo de aseguramiento universal por otro donde el acceso se regula por el nivel de renta y pasa a depender del nivel económico de compra como cliente.
En definitiva, sabemos lo que cuesta la sanidad, pero, ¿qué valor tiene la equidad y la cohesión social para la convivencia y el desarrollo? Probablemente no estén incluidas en la contabilidad neoconservadora.
María Luisa Carcedo. Diputada del PSOE