Berlín aprueba el segundo rescate de Grecia entre dudas sobre su utilidad
Alemania aprobó ayer su contribución al segundo rescate de Grecia en medio de una creciente polémica sobre la utilidad de los nuevos préstamos. La canciller, Angela Merkel, reconoció que no hay garantías de que el programa funcione, pero alertó sobre las imprevisibles consecuencias que tendría la cancelación de las ayudas a Atenas para España, Italia o el conjunto de la zona euro.
Como canciller puedo asumir ciertos riesgos, pero no puedo ser temeraria: me lo impide el juramento que hice al asumir el cargo". Con esas dramáticas palabras pidió ayer Angela Merkel el voto favorable del Bundestag (cámara baja del Parlamento alemán) al segundo rescate de Grecia en apenas dos años. Unas palabras que sonaron también a reproche para los miembros de su gobierno y propio partido, que un día tras otro juegan con la hipótesis de una salida de Grecia de la zona euro como solución de todos los males.
El discurso de Merkel tuvo el efecto esperado. Y el segundo rescate de Grecia, 130.000 millones de euros que se sumarán a los 110.000 millones del primero, logró el respaldo del Bundestag (cámara baja del Parlamento alemán) por 496 votos a favor y 90 en contra. Pero el abrumador resultado puede resultar engañoso porque oculta las enormes dudas de gobierno y oposición sobre la utilidad del plan. Incluso en las filas de Merkel hubo deserciones y la canciller solo logró el respaldo de 304 de los 330 escaños conservadores.
"Dos años después del primer programa de ayuda, en mayo de 2010, volvemos a estar en la casilla de salida", lamentó el líder del grupo socialista (SPD), Peer Steinbruck. "No solo la factura es más cara", añadió el antiguo ministro de Finanzas y probable rival de Merkel en las elecciones generales de 2013, "sino que, además, han aumentado considerablemente el resentimiento y los prejuicios entre Grecia y Alemania".
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Los parlamentarios socialistas votaron a favor del rescate, pero entre sus filas cunde la sensación de que Alemania y la zona euro están dando vueltas alrededor del problema griego sin avanzar en ninguna dirección. Los correligionarios del partido de Merkel, la CDU y sobre todo su división de Baviera, la CSU, son más escépticos aún y consideran los rescates una pérdida de tiempo y dinero que no evitará la quiebra de Grecia y posterior salida del euro.
La propia canciller reconoció ayer que "no hay garantías al 100% de que este segundo programa vaya a ser un éxito". Una confesión que coincide con los análisis de la troika (CE, BCE y FMI) encargada de verificar la sostenibilidad de la deuda griega y que ya apuntan a un tercer rescate, de otros 50.000 millones de euros como mínimo, para mantener a Grecia a flote a partir de 2014.
Pero Merkel alertó contra la tentación de realizar experimentos tan peligrosos como el regreso de una de las monedas, el dracma, que desapareció con el nacimiento de la Unión Monetaria Europea. "Nadie sabe cuál sería el impacto de rechazar el segundo programa de ayuda para Grecia en los países rescatados, como Portugal e Irlanda, o en España, Italia y el resto de la zona euro y del planeta", advirtió la canciller a los parlamentarios alemanes, que dudan sobre la utilidad de prestar miles de millones de euros a un país al borde de la bancarrota.
Ampliación del fondo
La votación de ayer libera los avales de Alemania necesarios para cubrir un tercio de la parte del rescate que se espera que asuma la zona euro (unos 100.000 millones de euros, con el resto a cargo del FMI). Pero esa entrega a regañadientes complica el debate sobre la ampliación del fondo de rescate de la zona euro (limitado hasta ahora a 500.000 millones de euros).
Bruselas confiaba en ampliar esa cantidad en la cumbre europea del próximo jueves y viernes, tal y como han reclamado también los ministros de Economía del G-20 y el FMI. Pero Merkel enfrío ayer las posibilidades de que se pueda alcanzar un acuerdo esta semana.