Emprender 'low cost'
A la hora de invertir en una empresa, una de las cosas más difíciles para un inversor privado es lograr distinguir, desde un momento temprano, entre un negocio viable y otro en el que no merece la pena invertir.
Parece obvio, pero no lo es en absoluto. Muchas empresas pueden ser viables y muy rentables para el emprendedor y, al mismo tiempo, no ser atractivas como operación financiera para un inversor privado o business angel. En cierto modo, podríamos decir que, desde este lado de la mesa, se trata de separar el polvo de la paja; de acertar, en definitiva, la magnitud del proyecto que los emprendedores se traen entre manos. En un estadio inicial, con apenas una presentación repleta de ideas e ilusiones, no hay mucho margen para encontrar algo tangible que permita una mínima seguridad de acierto.
Si a todo ello le sumamos esta especial coyuntura socioeconómica, crítica en cuanto a la financiación de las empresas y de los autónomos, en la que el emprendedor debe agudizar su ingenio al máximo para lograr los fondos que necesita, podemos fácilmente concluir que es hora de poner en valor una opción a menudo desechada: la de emprender con un planteamiento de guerrilla o de low cost.
Lejos de ser un inconveniente, poner en marcha una estructura empresarial básica, o un prototipo inicial, incluso con muy pocos medios, y conseguir unas primeras ventas -aunque parezcan testimoniales- demuestra, por un lado, que la empresa es viable y, por el otro, la tenacidad y capacidad del equipo emprendedor para poner en marcha su negocio.
Tengo la impresión de que muchos emprendedores prestan más atención a utilizar la fuerza bruta -es decir, la financiación- para así desatascar el embudo actual, que a agudizar el ingenio y sortear el problema para no quedarse encorsetados en la necesidad de inversión. En mi opinión, resulta más acertado poner en marcha la empresa desde una estructura de guerrilla para luego, con algo tangible entre las manos, poder volver atrás a la caza del inversor.
Curiosamente, pocos promotores lo hacen. Y eso supone un tremendo error en la situación que vivimos actualmente. Hay decenas de empresas en fase start-up o en fase de expansión que bucean en el mercado de capitales en busca del dinero necesario para desarrollar su proyecto. Hoy en día la situación es similar a un baile de máscaras desigual en el que, debido al alto número de partícipes de un mismo sexo, resulta difícil encontrar una pareja de baile. Los bancos no están ni se les espera. Los escasos business angels de nuestro país están desbordados por la cantidad de proyectos que reciben, lo que origina un problema de atención y de gestión adecuadas.
El elemento diferenciador es tener un prototipo, haber conseguido un hito inicial de primeras ventas, haberse lanzado, aunque sea de forma modesta, a validar el modelo de negocio, abandonando así la confortable calidez que parece encontrarse tras un power point. Dar un paso al frente invita a que el inversor valore con una especial sensibilidad ese proyecto y a añadir un valor diferenciado a ese equipo promotor. Ante un escenario de escasez hay que tratar de destacar, y nada mejor que empezar poniéndose manos a la obra.
Hoy, más que nunca, emprender low cost es una opción válida y diferencial para poder financiarse posteriormente con más facilidad.
Alejandro Suárez Sánchez-Ocaña. 'Business angel'