Goldman espera tiempos mejores
Wall Street ha perdido a uno de sus personajes más entretenidos. Goldman Sachs está a punto de prescindir de Lucas van Praag, su deslenguado portavoz desde hace 12 años. Sus singulares réplicas a la prensa eran un reflejo de la cultura de Goldman. La contratación de un nuevo portavoz puede significar que se avecinan más cambios.
Sus desprecios eran bastante inusuales en una industria que normalmente prefiere refugiarse en el anonimato. Pero lo especialmente sorprendente era que emanaban de la notablemente opaca Goldman. No es la institución de la que uno pueda esperarse que su portavoz describa alguna circunstancia de la misma como "efluente", o que se burle de los periodistas presentándose como "médium". Los reporteros financieros tendrán que esperar un buen tiempo hasta volver a anotar perlas como estas.
Sin embargo, las maneras de Van Praag encajaban a la perfección con la altanera forma en que Goldman ha rechazado las críticas sobre su papel en la crisis financiera. Y el hecho de que su escudo público adquiriera el hábito de realizar dichas afirmaciones sugiere que tenía el total apoyo de sus compañeros socios de la firma.
Van Praag ya comenzaba a ser más ignorado desde el año pasado, coincidiendo con la revisión interna que realizó Goldman que acabó con la formación de un comité de normas de actuación. La firma se dio cuenta de que su portavoz había ido demasiado lejos en su propia defensa.
Los ataques han cesado, a pesar de las últimas indirectas lanzadas pero que forman parte de la campaña presidencial. Y el Departamento de Justicia podría concluir una investigación sobre el banco y sus ejecutivos sin imputar ningún cargo.
Goldman necesita convencer a sus accionistas de que puede ser de nuevo una máquina de hacer dinero. Y su imagen continúa lo suficientemente empañada como para que el precandidato republicano Newt Gingrich pueda usar el nombre de la empresa como arma arrojadiza.
Por Antony Currie