Nevada: consolidación o volver a empezar
La media aritmética de las últimas 10 encuestas realizadas en Nevada, donde este fin de semana se celebra el caucus republicano, dice lo siguiente: Romney gana por 45%, Gingrich (25%), Santorum (11%) y Paul (9%). Romney, tras su victoria en Florida, arrasaría en el primer estado del Oeste en que se celebran elecciones.
Sin embargo, las cosas no son siempre tan simples como aparentan. Conozco Nevada. Tengo familia allí; viajo a menudo a ese estado: si quiero ir a un parque de atracciones para adultos -pero sin jugar un dólar-, viajo a Las Vegas. Si deseo ver a mi familia, voy a Reno. Ayer me dijeron que las encuestas internas de Romney y de Gingrich arrojan datos diferentes a las encuestas públicas: ambos candidatos estarían menos alejados de lo que parece; Ron Paul, que decidió no hacer campaña en Florida, para centrarse en Nevada, saldría mejor parado.
Pocas cosas permanecen completamente estáticas con el paso de los años. A mí me parece que fue ayer cuando, en 2008, Romney ganó las primarias republicanas por el 51%, seguido por Ron Paul. Entonces, Nevada era un estado rebosante de optimismo. La tasa de paro era del 5,5% y sus motores económicos (turismo y construcción) suponían, respectivamente, un 15% y 12% del PIB del estado y eran boyantes.
Hoy el desempleo alcanza el 13% versus el 8,3% de la Unión (enero de 2012); el turismo está de capa caída porque la gente viaja y consume menos; el negocio de la construcción y el inmobiliario están por los suelos: una de cada 175 casas con hipoteca han sido devueltas al banco porque los dueños no podían hacer frente a los pagos. El valor de mercado de las viviendas se ha reducido en dos tercios: no así el valor de la hipoteca. De 2008 a 2012 hay un abismo con nombre: pesimismo. A veces, el pesimismo tiene también nombre propio: una amiga dentista para famosos de Las Vegas ha visto reducido su negocio entre 2009 y 2011 en un 50%. Otro amigo, que se hizo millonario con el boom inmobiliario de Las Vegas, hoy está en quiebra.
Los únicos que parecen tener dinero son los candidatos: Romney lleva recaudados 57 millones de dólares y su comité de acción política ha conseguido otros 30,2 millones. Gingrich ha recaudado solo 12,7 millones de dólares, pero su amigo multimillonario, magnate de los casinos de Las Vegas, Sheldon Adelson, con sus 22.000 millones de dólares, puede permitirse dos lujos: donar al comité de Gingrich 11 millones de dólares y permitir al antiguo house speaker alojarse en el Hotel Venecia de Las Vegas, que le pertenece: aunque esto contraviene las normas electorales, que impiden contactos directos o indirectos entre las campañas de los candidatos y sus comités de acción política que recaudan fondos para anuncios.
Aunque, para anuncios, el que hizo el día 2 el magnate Donald Trump, al apoyar públicamente a Romney: "æpermil;l impedirá que a este país le sigan pasando cosas desastrosas". No es fácil discernir si el apoyo de Trump beneficiará o no a Romney: los dos son multimillonarios y a Romney le acompaña el sambenito de ignorar todo sobre la clase media americana. Todos los libros, muchos, escritos por Trump tienen una temática común: "Tienes que ser millonario y yo te voy a decir cómo vas a conseguirlo". Un 29% de americanos tienen mala opinión de Trump -quien en abril de 2011 anunció que también él sería candidato, pero luego se retiró, al perder su batalla con Obama tras acusarle, mintiendo, de no ser americano- y un 27% tiene buena imagen. Luego, polariza y divide.
También está dividido el Tea Party, entre los que apoyan a Gingrich, Santorum, Paul , y, ¡sorpresa!, ¡a Romney! Uno de cada cuatro miembros del Tea Party votaría hoy a Romney: creen que es el mejor candidato para ganar a Obama. Un 7% de los nevadinos son mormones: el 95% apoya a Romney. Luteranos, protestantes, evangélicos y católicos votarían a Romney. Los hispanos, un 27% de la sociedad, son mayoritariamente demócratas. Hay en juego 28 delegados que serán repartidos proporcionalmente al porcentaje de votos obtenido. En Nevada, Romney tiene la oportunidad de consolidarse pero, si como dicen ciertas encuestas privadas, hay empate entre él y Gingrich, con un Ron Paul crecido, la carrera de las primarias, con 47 estados aún por delante, no habrá hecho sino volver a empezar.
Jorge Díaz Cardiel. Socio Director de ADVICE consultants. Autor de 'Obama y el liderazgo pragmático' y 'La reinvención de Obama'