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Tribuna
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Florida tiene la llave

Hoy, día 31 de enero, se celebran las cuartas elecciones entre republicanos. En el Partido Conservador están nerviosos. ¿Por qué? Florida es el Estado más importante en el que se han celebrado las primarias para elegir un líder capaz de enfrentarse al presidente Obama en noviembre, y ganarle. Florida debería decidir hacia dónde va el Partido Republicano.

Se ha llegado al día de hoy sin un ganador claro: en Iowa ganó Santorum por un 0,1%; en New Hampshire arrasó Romney, con un 16,4%. En Carolina del Sur, Newt Gingrich quedó en primer lugar con el 12,6%. Un ganador por cada primaria.

A estas alturas, el Grand Old Party (GOP o Partido Republicano) ya querría tener un claro favorito. Además, en Florida, los republicanos han decidido que los delegados obtenidos fruto de los votos van todos a parar al bolsillo del ganador, mientras que, en otras primarias, los delegados se reparten proporcionalmente conforme al porcentaje de votos obtenidos.

En ese sentido, tanto Gingrich como Romney desean los 50 delegados de Florida.

Ha sido interesante llegar al 31 de enero, jornada electoral, dedicando muchas horas, desde el 21 de enero (elecciones en Carolina del Sur) a intentar anticipar el resultado electoral de hoy.

En las elecciones previas estudié una media de seis encuestas diarias. Aquí he tenido que analizar diez: Florida es un estado complejo desde el punto de vista socio-demográfico. Es el cuarto estado más poblado de la Unión. Tiene diez mercados mediáticos distintos (cada uno con su prensa, radio, televisión e internet). La mayoría de la población vive en ciudades, son menos evangélicos y hay una mayor diversidad de ideas.

Nada de esto favorece a Newt Gingrich: puede parecer una paradoja, pero en Miami, donde hay una mayoría hispana con emigrantes legales, que se declaran católicos coherentes, la gran mayoría se inclinan por un mormón, Romney: las radicales ideas de Newt Gingrich sobre la inmigración, su aparentemente catolicismo postizo (se convirtió al catolicismo gracias a su tercera esposa, Callista, con quien tuvo una relación íntima cuando él estaba casado en segundas nupcias y, qué curioso, Gingrich quería echar de la presidencia a Bill Clinton, en 1998, por hacer lo mismo que él: ser infiel a su mujer, en el caso de Clinton, no con Callista, sino con Mónica). Los hispanos-católicos-conservadores de Miami no se fían de Gingrich.

Más de dos millones de republicanos han acudido a votar hoy. En los últimos diez días, las encuestas diarias se asemejaban a una montaña rusa. El dinero ha sido fundamental, junto a los debates.

En cuanto a los fondos electorales, tanto el candidato como su comité de acción política han invertido más de 20 millones de dólares en publicidad a favor de Romney y en contra de Gingrich. Romney, consistente con su libro, No hay disculpa. Creed en América (2010), defiende su trayectoria empresarial en Bain Capital, creando empleos y riqueza. Solo el hacer públicas sus declaraciones de la renta de 2010 y 2011, conforme a las que puede verse que, a pesar de ser millonario, paga muchos menos impuestos que un americano de clase media, le ha afectado negativamente.

Gingrich ha aprovechado los debates televisados y sus cinco millones de dólares del comité de acción política fundado por su amigo -dueño de casinos- Sheldon Adelson, para acusar a Romney de ser un "rico alejado de los problemas de la clase media americana".

El problema para Gingrich es que, a pesar del apoyo del Tea Party, los evangélicos, Sarah Palin, Marco Rubio… se ha posicionado como un outsider, un hombre no contaminado por el sistema, que va a ir a Washington para ponerlo todo patas arriba, devolviendo el poder al pueblo. Así lo explica en su obra Una nación como ninguna otra: por qué la excepcionalidad de América es importante (2011).

¿Problema? Que su posicionamiento no se corresponde con la realidad: algo que no gusta a los electores, que buscan un candidato creíble y genuino. Gingrich no puede decir que "es un recién llegado a Washington", cuando lleva trabajando allí más de 30 años. Dice que va a meter a los lobbies en vereda y, sin embargo, su firma consultora ha ganado millones con empresas gubernamentales que, como la entidad hipotecaria Freddi Mac, vendían hipotecas basura.

Así las cosas, concluyo que, haciendo una media aritmética de un total de 60 encuestas, Mitt Romney ganaría hoy con un 40,9%, seguido por Gingrich (29,4%), Santorum (12,9%) y Paul (10,3%).

Jorge Díaz-Cardiel. Socio director de Advice Consultants, autor de Obama y el liderazgo pragmático y La reinvención de Obama

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