Un pacto para reforzar la internacionalización
Nos congratulamos de que una de las primeras actuaciones del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, sea enviar una clara señal por la vía de los hechos a las multinacionales españolas con el objetivo de emprender desde los caminos recorridos una nueva etapa en el impulso y apoyo a su presencia internacional, que en estos tiempos tan críticos para la economía española busca vías o alternativas para restablecer su crecimiento. Sin duda, el sector exterior y sus grandes multinacionales como potentes tractores pueden contribuir de manera significativa.
Observando la evolución de la Administración pública de los países, resultan manifiestas las distintas sensibilidades respecto a su involucración en las relaciones económicas y comerciales de apoyo hacia las empresas en sus negocios internacionales. Dado su innegable interés, vienen provocando importantes iniciativas como parte de la tradición histórica de los países avanzados europeos, quienes se encuentran renovando ampliamente su acción exterior. Reino Unido, con la llegada del Gobierno del primer ministro David Cameron, primer impulsor de la nueva política exterior, que sustituye la proclamada política exterior ética con la que los laboristas de Tony Blair, deseosos de apostar por grandes causas ideológicas, llegaron al poder en 1997. Cameron ha establecido con decisión una política internacional donde prima el interés económico y comercial británico, en la que junto a la tradicional relación especial con EE UU se produzcan otros vínculos bilaterales fuertes y de alto contenido comercial, como es el caso de India.
Así lo manifestaba: "Quiero ver la política exterior británica y al Foreign Office mucho más centrados en los aspectos comerciales y demostrar que Reino Unido se encuentra abierto al nuevo mundo multipolar de los negocios. Tenemos que marcar nuestro camino en el mundo, tenemos que reorientar el Foreign Office para que tenga un enfoque más comercial. Y esto, además de elevar a los embajadores a hombres de negocios, se concreta de esta manera: cuando quiera que un ministro o un funcionario, ya sea con responsabilidades mayores o menores, tenga una reunión con un interlocutor extranjero, no importará su grado de escalafón y por breve que sea el encuentro, debe tener clara una lista de prioridades comerciales".
Sin duda nos encontramos ante una amplia renovación en el hacer y comprender la política exterior, inmersa en una nueva geografía económica de un mundo global y multipolar, donde las tradicionales grandes potencias se ven obligadas a competir intensamente económica y políticamente con los países emergentes, como lo demuestra que el G-8 ha dado paso al G-20, en unos tiempos donde el tablero de la economía mundial rápidamente ha perdido intensidad ideológica, como era el caso de la anterior era bipolar, para configurar una ideología conocida como altamente pragmática, impregnada por los intereses económicos y comerciales del mundo multipolar.
Por consiguiente, el nuevo Gobierno incluye entre sus prioridades impulsar, alentar y potenciar una colaboración público-privada para hacer frente a la ofensiva de los países desarrollados, y también de los emergentes, que no importándoles demasiado la ideología que representan y sí, y mucho, sus intereses comerciales que son prioritarios para sostener y consolidar su crecimiento económico y peso en la escena internacional. En este contexto, es pertinente reforzar, y cuanto sea posible ampliar, la colaboración público-privada. Como indicaba el ministro, "el contrato del AVE a La Meca significa un ejemplo exitoso de la colaboración entre la Administración, las empresas públicas y las privadas". Y es que, del mismo modo que la gestión política y la confianza de los hombres de Estado deben generar sinergias positivas para el país, el papel de las empresas también debe resultar vital para potenciar la marca país.
Evidentemente, las empresas tienen un fuerte compromiso, pues su misión, la calidad humana de sus gestores, su implicación en las sociedades como buenos ciudadanos corporativos, la capacidad de transmitir valores de confianza y progreso, no solo actúan en beneficio de la propia empresa, sino también en cuanto al valor de la marca del país de origen. De la misma forma, la adecuada gestión de la marca país colaborará en beneficio de las empresas, estableciéndose una dinámica fertilización cruzada entre la Administración y la iniciativa privada.
Ramón Casilda Béjar. Asesor de negocios internacionales. Autor del libro Multinacionales españolas en un mundo global y multipolar